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GOLDEN STATE WARRIORS

Klay, casi fuera de los Warriors

Parece un hecho consumado que el escolta, después de trece años legendarios en la Bahía, dejará los Warriors y jugará con otra camiseta de la NBA.

Klay Thompson saluda a LeBron James durante un Lakers-Warriors de la pasada temporada. Ahora podrían ser compañeros.
HARRY HOWAFP

En 2011, los Warriors eligieron a Klay Thompson con el número 11 del draft. En 2024, todo apunta a que el divorcio entre las dos partes, trece años después, es inevitable: lo que empezó siendo un rumor ya es casi una realidad a horas de que abra la agencia libre de este verano en la NBA. Klay, si no hay volantazo de última hora, y algunos apelan a una llamada personal de Stephen Curry, no jugará más con los Warriors, con los que ha completado trece años legendarios, y vestirá, por raro que ahora suene, la camiseta de otro equipo. Para colmo, ese equipo puede ser Los Angeles Lakers. Nacido en L.A. y criado como aficionado de aquellos Lakers con los que había sido dos veces campeón (pegamento en los años del Showtime) su padre, Mychal, ahora el círculo podría cerrarse con Klay jugando al lado del que fue, en sus años en los Cavaliers, el gran rival de sus Warriors, LeBron James. Y en la misma División, lo que garantiza un mínimo de cuatro duelos al año.

Klay tiene 34 años. La idea perfecta, la romántica y la que mejor encajaba con los últimos días de la dinastía dorada de los Warriors, pasaba por último contrato en San Francisco. Que Klay Thompson nunca jugara con otra camiseta, que completara, a las órdenes de Steve Kerr, el trío de one club man, algo cada vez más difícil de ver en la NBA, junto a Draymond Green y, sobre todo, junto a un Stephen Curry con el que ha formado el mejor backcourt de la historia. Los Splash Brothers, la pareja que se ha pasado años reventando partidos a base de triples imposibles. Si se mira la lista histórica de tiros de tres anotados, Curry está en otra galaxia (3.747 por los 2.973 de Ray Allen, todavía segundo) y Klay es sexto (2.481) a pesar de que se pasó dos años (2019-2021) sin jugar porque enlazó una grave lesión de rodilla (en las Finales de 2019 contra los Raptors) con, sin haber regresado, una rotura del tendón de Aquiles.

Klay tardó 941 en volver a jugar, pero lo hizo. Y contribuyó de forma importante a que los Warriors ganaran el título de 2022, el último descorche de un equipo de leyenda. El cuarto título para Curry, Klay y Green, el trío más importante de la NBA moderna. Antes de las lesiones del escolta, los Warriors habían ganado tres títulos (2015 y dos con Kevin Durant, 2017 y 2018) y avanzado a cinco Finales consecutivas (2015-19). Y habían firmado (2015-16) la mejor regular season de la historia (73-9). Por eso cuando cayó fulminado en la lucha por el título contra los Raptors, los Warriors no tuvieron problema en darle una extensión de cinco años y 190 millones de dólares. Durante sus dos años sin pisar la pista, y mientras se mataba a trabajar para regresar, cobró más de 68 millones de dólares y mantuvo su maravillosa sintonía con unos Warriors que lo recibieron con los brazos abiertos cuando regresó, convertido en un veterano ya con las piernas castigadas, finalmente lejos, a medida que pasaron los meses, del excepcional jugador que había sido, uno de los grandes escoltas de la historia.

Del cuento de hadas al divorcio

Desde aquel título, con su regreso de cuento de hadas, en 2022, las cosas se han ido torciendo progresivamente, encaminándose (por mucho que costara creerlo) al desenlace que ahora dan por hecho los medios estadounidenses, a nivel nacional y en el nicho de la Bahía de San Francisco: el desencuentro es total, Klay prefiere irse a otro sitio, herido en su orgullo, y los Warriors se han hecho a la idea de que tendrán que afrontar un divorcio traumático.

Hace unos meses, Klay exprimía el último año de su contrato máximo (43,2 millones de dólares la pasada temporada) mientras su juego daba ya claras señales de no estar a la altura de ese porcentaje tan grueso del salary cap. En el corazón del curso, cuando los triples no entraban y las piernas parecían haber agotado hasta la última gota de gasolina, se filtró que antes del arranque Klay había rechazado una extensión de 48 millones de dólares por dos años. Para él, los Warriors le debían más que eso y, además, él seguía valiendo, como jugador, más que eso.

La franquicia, sin Bob Myers cosiendo personalidades de unos despachos que ahora tienen a Mike Dunleavy al frente, tiene claro que la última gran versión de Stephen Curry necesita más ayuda, seguramente otro tipo de ayuda, para volver a ser amenazante (el año pasado, fue un equipo mediocre eliminado en el play in). Y que dar un dineral a Klay sería la solución óptima por corazón, imagen y seguramente negocio (este equipo convirtió a los Warriors en la franquicia más valiosa de la NBA por delante de Knicks y Lakers, intocables hasta hace no tanto)… pero no en lo deportivo. Mientras Klay se sentía traicionado, distanciado, los Warriors priorizaban un intento de hacerse con Paul George que ya es imposible porque el alero de los Clippers rechazó su player option y cerró la única vía de negociación que podían haber abierto con los angelinos unos Warriors que no pueden ir a por él, no tienen margen salarial, en la agencia libre. En este movimiento finalmente infructuoso, Klay aprendió que no se trataba solo de cómo de grande era el tijeretazo que recibiría en su salario. Además, tenía que contar con esperar a ver qué pasaba con los planes que priorizaban los Warriors. El escozor, la sensación de ser plan B o menos que eso, ya no estaba solo en el bolsillo.

Así que, a horas de que abra la agencia libre (noche del domingo al lunes en España), Klay está “decidido a dejar de ser definitivamente jugador de los Warriors” según Shams Charania (The Athletic). Había parecido la opción más probable ya en los últimos días, pero había que verlo (leerlo) para creerlo. Y Mike Dunleavy ya ha empezado a parar el golpe: “No pienso en términos de si rompe o no una dinastía, solo en que como persona encargada de tomar las decisiones, tienes que hacer lo que es mejor para la franquicia. Para eso me dieron el cargo, y entiendo las dinámicas que van implícitas. Lo que no quiere decir que tomar ciertas decisiones sea algo fácil. Pero si mantenemos la vista fija en lo que creemos que es lo que tenemos que hacer, acertaremos con nuestras decisiones”.

De momento, ni siquiera parece claro que los Warriors vayan a ser capaces de dar a Curry (que tiene ya 36 años y está a punto de perder a un compañero hasta ahora inseparable) un equipo con el que retar a los mejores del Oeste. Se irá Klay, y seguramente Chris Paul, pero las vías para rejuvenecer y fortalecer de forma drástica la rotación se van cerrando. Al menos, las de primera dimensión. Las que durante años fueron santo y seña para unos Warriors que ya no están años luz por delante de todos, como dijo en su día el propietario Joe Lacob.

Los Lakers... y también Dallas Mavericks

El futuro de Klay es una incógnita por primera vez desde que llegó a la NBA. Se habla de Orlando Magic, Philadelphia 76ers, Los Angeles Clippers... pero sobre todo de Dallas Mavericks y Los Angeles Lakers, dos franquicias que accederían al salario de la full mid level exception (la próxima temporada, 12,9 millones) para ofrecérselo a un Klay que, por lo que se va sabiendo, tendría interés en ambas opciones. En Texas y en California. En Dallas, sería el veterano con pedigrí de campeón que debería fortalecer la candidatura de un equipo que acaba de perder las Finales y que en principio iba a destinar (al menos buena parte de ella) esa mid level a recuperar a un Derrick Jones Jr que fue muy importante el curso pasado y que es un perfil, por capacidad física actual, muy distinto al de un Klay que tendría que conservar fuerzas para playoffs y establecerse con un tirador en estático aprovechando los espacios que generan Luka Doncic y un Kyrie Irving contra el que se enfrentó hasta el infinito en los años de lucha Warriors-Cavaliers (2015-18).

La otra opción, precisamente, es el líder de aquellos Cavs, LeBron y su equipo actual, unos Lakers que son también el equipo de la infancia de un Klay que se mostró visiblemente emocionado cuando se enfrentaron por primera vez en playoffs en 2023 (ganaron los Lakers). Las noticias de interés mutuo están ya por todas partes. Y aquí es necesario hablar del movimiento de LeBron, que ha rechazado su player option (51,4 millones) para firmar un nuevo contrato, camino de los 40 años, con los Lakers. El máximo al que puede llegar es de 162 millones por tres años, y es lo que los angelinos están dispuestos a darle.

Pero Rich Paul, agente y mano derecha de LeBron, ha asegurado ya abiertamente que esa cifra podría llevar rebaja siempre y cuando los Lakers utilicen ese respiro en sus cuentas para, según el propio Paul, “mejorar la plantilla”: “LeBron ha sido muy claro en que quiere que se agoten las vías posibles para hacer un equipo mejor”. Para eso los Lakers necesitan esos 12,9 millones de la midlevel a la que podrían acceder si quitan un bocado al nuevo contrato de LeBron. Chris Haynes, otro periodista muy bien conectado con Rich Paul, dejó claro que no se trata de pequeños ajustes marginales y que LeBron piensa en un jugador importante, que ayude a dar un salto de calidad. Y citó tres ejemplos: James Harden, Jonas Valanciunas... y Klay Thompson. Más claro, ahora mismo agua. Veremos qué sucede en las próximas horas porque, claro, ya se sabe: en la NBA, hasta que no está todo firmado...

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