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FINALIZADO

NBA | CELTICS-MAVERICKS

El anillo 18 o la revolución del 77

Arrancan las Finales 2024. Los Celtics, muy favoritos, buscan romper el empate con los Lakers. Los Mavs de Doncic, mucho más que un ‘tapado’.

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El anillo 18 o la revolución del 77

Cuando los Celtics ganaron su último anillo, en 2008, Luka Doncic tenía nueve años y todavía no veía NBA por las noches porque al día siguiente había colegio. Seguía en Liubliana y le quedaban cuatro años para mudarse a Madrid. Ahora tiene 25 y está en uno de esos puntos de inflexión que llenan una carrera estruendosa, con un currículum que, con tanto camino todavía por delante, empieza a tener el grosor de la guía telefónica; Y que en unos días puede añadir el título de campeón de la NBA y, de paso y oficiosamente, el de mejor jugador del mundo. Un honor que le ha empezado a discutir a Nikola Jokic gracias a estos playoffs 2024 en los que está jugando a un nivel imposible para la mayoría de los jugadores. No de la actualidad: de la historia.

Desde esta noche (02:30, hora española) Doncic lidera a los Mavericks en la que va ser la tercera Final para la franquicia: derrota en 2006 y título en 2011, en ambos casos contra Miami Heat. Como esa de hace trece años, cuando era el rival era aquel big three atómico (los Heatless) que formaban LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh, esta tiene aspecto de más difícil todavía, tal vez el formato favorito de un equipo que ahora dirige Jason Kidd, guard titular de aquel campeón que lideró, patrón de las causas imposibles, un Dirk Nowitzki iluminado, en versión generacional. Pero es que estos Mavs de ahora, los de 2024, ni jugaron playoffs la temporada pasada, y a mitad de esta marchaban en la zona templada del Oeste. Ni mucho calor ni mucho frío.

Pero el mercado invernal trajo unos movimientos agresivos (PJ Washington, Daniel Gafford) que se sumaron a los del último draft (Dereck Lively II), a aciertos espléndidos en los márgenes de la agencia libre veraniega (Derrick Jones Jr, Dante Exum) y a esa apuesta de hace un año y pico, puro vértigo, por un Kyrie Irving que parecía desahuciado para cualquier causa competitiva.

El resto corre a cuenta del número 77, un Luka Doncic que está dando un curso práctico de lo que sucede si, una pelea de los Mavs durante casi seis años, juega bien rodeado. Sus Mavs han eliminado, siempre sin factor cancha, a tres equipos que ganaron más de cincuenta partidos en fase regular. Pueden ser el primer quinto de Conferencia que gana un título, y el segundo campeón más inesperado solo por detrás de aquellos irreductibles Rockets de 1995 (sextos del Oeste) a los que convirtió en eternos Hakeem Olajuwon.

Pero ahora, en un camino tan retorcido, aparece la madre de todas las batallas: los Celtics han sido el mejor equipo de la temporada regular (64 victorias), han arrasado en los playoffs de un Este ligero (12-2) y se mueven en métricas de equipo histórico. Después de perder la Final de 2022 contra los Warriors, regresan convencidos de que este es su momento con algo parecido a la armada invencible: Jayson Tatum, Jaylen Brown, Jrue Holiday, Kristaps Porzingis… contra todo eso, contra la lógica, queda Luka Doncic. El suministro por ahora inagotable de fe en versión texana, otro patrón de las causas imposibles.

Los Celtics ponen en juego su monumental historia a la caza de su anillo 18, el desempate con los Lakers y el segundo desde 1986. Hoy se juega en el Garden, territorio sagrado en el que moldearon la historia de la NBA Red Auerbach, Bill Russell, Larry Bird… 23 Finales y 17 títulos por ahora (32 y 17 los Lakers) contra el tres y uno de los Mavs, el equipo con el que nadie contaba para llegar a esta lucha final cuando comenzó el curso, el que se ha rehecho sobre la marcha y el que tiene una razón para creer tan perfectamente poderosa como la capacidad que tiene Doncic para materializar lo imposible: en estos playoffs promedia 28,8 puntos, 9,6 rebotes y 8,8 rebotes. Lidera la NBA en puntos, rebotes, asistencias y robos, algo que en una lucha completa por el anillo solo ha logrado LeBron James. Ha firmado ya los primeros playoffs con más de 450 puntos, 150 rebotes, 150 asistencias y 50 triples. Y podría convertirse en el primero desde Shaquille O’Neal en 2000 que lidera la fase regular en anotación y gana después el título de campeón.

Los 31,1 puntos que promedia en toda su carrera en playoffs lo convierten en el único por encima de 30 además del intocable Michael Jordan (33,4). Y su pareja con Kyrie Irving es una invitación permanente a creer que todo es posible, por grande que sea: entre los dos apilan 51,6 puntos y 14 asistencias por partido, más de lo que sumaron LeBron y Kyrie en los legendarios playoffs de 2016 (48,9 y 12,1). Este reto es muy grande, un gigante verde que espera en un Garden donde no hay entradas por menos de 793 dólares, casi un regalo comparado con unos hipotéticos sexto y séptimo partido donde las más baratas ya se acercan a los 2.000. Son las finales de la NBA. El trono de Denver Nuggets busca nuevo inquilino: será uno de alta cuna, Boston Celtics, o la revolución de Dallas Mavericks y su número 77. Lukas Doncic, la estrella sin miedo.

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