NBA | SIXERS 110 - NUGGETS 114
'Bones': la noche mágica delante de los bomberos que le salvaron
El rookie de los Nuggets jugó en Philadelphia a 30 minutos de su ciudad y delante de los bomberos que hace cuatro años le salvaron la vida: "Los médicos creían que no volvería a jugar".
El Sixers-Nuggets del lunes se vendió, era obvio, como un duelo de gigantes, casi un cara a cara por el MVP entre el rey en el trono, Nikola Jokic, y el gran aspirante a desbancarle, Joel Embiid. Ganaron los Nuggets (110-114), pero no hubo grandes conclusiones sobre ese asunto del MVP, que en todo caso no se resuelve en una noche, porque Embiid pareció superior esta vez a Jokic en el mano a mano… aunque los secundarios de los Nuggets salvaron la papeleta. Entre ellos Bones Hyland, el gran protagonista del partido. Y, desde luego, la gran historia mucho más allá del Jokic-Embiid.
Hyland, el número 26 del último draft, anotó 21 puntos y fue decisivo con cuatro triples en el último cuarto. Sin su descaro y su talento, los Nuggets (que siguen sin Jamal Murray y Michael Porter Jr en una temporada de enorme mérito) no habrían ganado en casa de uno de los aspirantes al anillo. Pero lo hicieron. A Na’Shon Lee Hyland (21 años) todo el mundo le llama Bones, la abreviatura de Bizzy Bones, porque es un chico flacucho, un larguirucho que tiene magia, toque en momentos importantes. Y un tremendo poder anotador que maravilló a los aficionados de los Nuggets en pretemporada. Después, Michael Malone dosificó mucho sus minutos hasta que sus apariciones, y los problemas del equipo de las Rocosas en cuanto se sentaba Jokic, le abrieron las puertas de la rotación de par en par. A costa, entre otras cosas, de un buen bocado a los minutos de Facundo Campazzo. Hyland es un guard que ha ejercido de base de la segunda unidad en muchos tramos de esta parte de la temporada. Y apunta, desde la cola de la primera ronda, a uno de los grandes hallazgos del último draft. Un gran acierto de los Nuggets.
Cerca de su casa... y de la tragedia
Era la primera vez que Bones Hyland jugaba en Filadelfia. Y no era un partido cualquiera para él: el Wells Fargo Center es la pista NBA que más cerca está, apenas a 50 kilómetros, de su ciudad natal en el estado de Delaware, Wilmington. Allí creció, empezó a jugar al baloncesto por el ejemplo de sus hermanos mayores, alcanzó estatus de gran promesa de instituto… y, hace casi cuatro años (25 de marzo de 2018) estuvo a punto de perder la vida en un incendio. Se salvó junto a uno de sus hermanos, pero en el desgraciado accidente doméstico fallecieron su abuela y su primo de once meses. Él, con la ayuda de los bomberos, se salvó saltando desde la ventana de una de las habitaciones. Era un segundo piso, en Concord Avenue, y Hyland no se fue ileso: rotura del tendón rotuliano de la rodilla derecha y su futuro en el baloncesto seriamente cuestionado por los médicos del Nemours/Alfred I. duPont Hospital.
Hyland, que había jugado un partido del circuito amateur apenas horas antes del incendio, ya era una sensación en el baloncesto local. Así que se abrió una cuenta de GoFundMe llamada “Support BizzyBones & His Family!” que recaudó, para ayudarles a él y a su familia, más de 23,000 dólares. Hyland no solo volvió a jugar, sino que en su último año de instituto promedió 26,6 puntos, 6,6 rebotes, 4,6 asistencias y 3,4 robos. Se ganó la condición de proyecto cuatro estrellas y saltó a VCU, donde jugó dos años de College (2019-21) antes de ser seleccionado por los Nuggets.
Al lado de su casa, Hyland recibió la visita de “unas 600 o 700 personas” de Wilmington. Eso según sus cuentas, pero eran seguro, y en cualquier caso, más de 500. Amigos, familiares… y los bomberos que le salvaron en 2018, sin los que no habría estado jugando ese partido. Antes del salto inicial, estos le regalaron una cazadora personalizada del Cuerpo de Bomberos de Wilmington. Y él respondió en pista… y después, visiblemente emocionado: “Quiero estar ahí para los jóvenes de mi ciudad, quiero que vean que ellos pueden ser el siguiente en lograr lo que yo he logrado. Intento jugar siempre con alegría, ser yo mismo”.
Hyland aseguró que “podría escribir un libro” de todo lo que le ha pasado ya en la vida, así que intenta “sonreír todos los días”: “Cada vez que salgo a jugar me siento agradecido de estar haciéndolo porque no hace ni cuatro años que los médicos me dijeron que no podría hacerlo más. Eso es algo que tengo en mente cada vez que juego un partido. Venir aquí, a 30 minutos de mi casa y tener una actuación así es un sueño hecho realidad”.