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BOSTON CELTICS

Del averno a la luz: los Celtics vuelven a soñar

Tras un inicio desastroso, los Celtics se han convertido en un equipo coral, con una defensa extraordinaria y una gran labor de sus estrellas. El Garden vuelve a soñar.

Tras un inicio desastroso, los Celtics se han convertido en un equipo coral, con una defensa extraordinaria y una gran labor de sus estrellas. El Garden vuelve a soñar.
Maddie MeyerAFP

Dijimos que no, pero al final ha sido que sí. Y no estamos hablando del equipo de Bill Russell, el de Larry Bird o el que fue campeón en 2008. Pero los Celtics han recuperado la esencia de lo que tradicionalmente han sido, un equipo histórico cuyos éxitos no son solo prehistóricos. Ese orgullo escondido ha emergido de nuevo para remodelar y corregir un inicio de temporada catastrófico que hacía presagiar el final anticipado de un equipo desorientado y de un proyecto a la deriva. El último curso marcó un punto de inflexión, un paso hacia atrás enorme con el que se intuía eso de borrón y cuenta nueva. Pero, como por arte de magia, los Celtics han pasado de asemejarse a un equipo a serlo con todas las letras. Y con todo merecimiento.

La salida de Danny Ainge y el adiós hacia arriba de Brad Stevens exigían un tiempo para ver las nuevas decisiones y el nuevo rumbo de la entidad. Siempre se ha mantenido que el papel de Stevens y sus verdaderas virtudes, si es que las tiene, se verán mejor el año que viene, y que de momento se había dedicado a acabar con contratos tóxicos y fortalecer un proyecto que tendría un verdadero movimiento más adelante. La salida de Kemba Walker daba pie a lo primero, pero la inconsistencia deportiva de los primeros meses de competición era demasiado llamativa como para ignorarla. Ime Udoka no daba con la tecla, Marcus Smart parecía más fuera que dentro, la necesidad de un generador era cada vez más grande y, las declaraciones cruzadas en las rudas de prensa eran tan constantes como las reuniones de solo jugadores y el Al Horford que se fue en 2019 no era el mismo que vemos en pista en la actualidad, camino de los 36 años.

Sin embargo, las cosas han cambiado sin necesidad de grandes alardes. Stevens se ha dedicado a desprenderse de productos tóxicos, rodear a Tatum y Brown de buenos complementos defensivos y conseguir alguna que otra herramienta que no sea especialmente cara y ayude en la reconstrucción y en la dinámica ascendente que lleva el equipo, que iba 23-24 el pasado 21 de enero y ha ganado, tras un inicio que se alargó en demasía, 16 de sus últimos 19 partidos. Ahora, la situación es totalmente distinta: 41-27, a media victoria del cuarto puesto y la ventaja de campo en primera ronda y a solo una de ascender hasta la segunda posición. Algo que parecía impensable hace solo unas semanas y que es solo una de las muchas representaciones que permiten a los Celtgics ser uno de los equipos más en forma de la NBA actual.

La mejor defensa de 2022

Los cambios en los Celtics han sido notorios, visibles, espectaculares... y han empezado en el mercado. No deja de ser irónico que Evan Fournier, en el encuentro inaugural de la temporada, se saliera como ex jugador verde ante el equipo en el que militó el curso pasado y que no se esforzó demasiado en mantenerle. Irónico porque su temporada, a la par que la de los Knicks, ha ido para abajo de forma espectacular mientras que el rendimiento céltico ha explotado. La salida de Fournier ha acabado siendo lógica y la posterior, esta vez de Dennis Schröder, algo cantado en un jugador que se sobredimensiona a sí mismo.

Derrick White ha llegado, de momento con muchos problemas en el tiro (menos del 27% en triples), pero como complemento perfecto y buen encaje en un sistema en el que acabará, teóricamente, destacando; y han salido productos cuestionables como los lesionados Bol Bol y Dozier junto a jugadores que no han rendido como Josh Richardson y Romeo Langford, además de llegar un lanzador de repuesto como Nik Stauskas, que no tendrá excesivo protagonismo pero puede meter tiros liberados. Todo esto pasando por alto el efímero paso de Juancho Hernangómez por un equipo que nunca le quiso y no le necesitaba.

La defensa es extraordinaria: Robert Williams (10 puntos, 9,8 rebotes y más de 2 tapones por noche) es un seguro en una zona en la que Al Horford aporta mucho para su edad (10,3+7,6 y una excelsa sabiduría), y puede salir de ella y defender a jugadores pequeños en el exterior. El otro Williams, Grant, no es PJ Tucker, pero tiene cosas de él y ha dado un paso adelante en ese lado de la pista. Marcus Smart se ha puesto las pilas en lo que mejor hace y Jayson Tatum y Jaylen Brown han dejado de lado la indolencia defensiva y han tirado de un esfuerzo espectacular. Los Celtics son ahora mismo la tercera mejor defensa de la NBA (la mejor en 2022) y la segunda mejor de la Conferencia Este (tras los Cavaliers), el tercer equipo que más rebotea y el segundo que más tapones pone por noche.

¿Dónde está el techo de este equipo?

Esa es la gran pregunta. El realismo se ha impuesto en una franquicia que, recordemos, ha disputado tres finales de Conferencia desde que Brad Stevens llegó a la entidad, y la parsimonia directiva de Danny Ainge ha sido sustituida por un hombre joven, muy inteligente y que de momento, parece tener un plan dirigido a mantener el proyecto pero completar todas las piezas y conseguir ese colectivismo (deportivo y espiritual, claro) que siempre ha perseguido. Tatum y Brown ya no están solos por mucho que el primero promedie más de 26 puntos y 8 rebotes por partido y el segundo, perfectamente complementado a su compañero, más de 23. Pero los Celtics tienen a seis jugadores en plantilla con promedios superiores a los 10 puntos por noche y suplen la ausencia de un generador total con un mayor control del balón (Smart ya no se juega tiros arriesgados en finales apretados y distribuye bien) y ataques largos y trabajados, siendo el séptimo equipo por la cola en ritmo de juego.

Ahora bien, por mucho que esto sea así la escabechina de la Conferencia Este va a ser epopéyica: Heat, Bulls, Sixers, los Bucks campeones, los Nets aspirantes o los propios Celtics van a ser protagonistas de eliminatorias fabulosas. El puesto actual de los Celtics les aleja del peligro de curzarse con los Nets a las primeras de cambio, pero la clasificación fluctúa muy rápido y da la sensación de que más de uno va a echar cuentas mientras los Nets se ven obligados a apretar y que los Wizards, undécimos y a solo dos victorias, no les den caza. Todo lo que ocurra entonces, cruces incluidos, será diferencial para discernir una serie de eliminatorias que van a ser mucho más emocionantes, siempre a proiri, que las que se puedan dar en el Oeste.

La victoria ante los Nets con exhibición incluida de Tatum ha sido solo un ejemplo más del resurgimiento de un equipo que será muy peligroso en el Garden y, consiguientemente, si tiene ventaja de campo. En el recuerdo queda ese 10-1 de 2018, un año en el que solo LeBron Jams consiguió conquistar Boston (con 35 puntos, 15 rebotes y 9 asistencias en el séptimo partido). En ese momento, a los Celtics les tembló el pulso. En la burbuja de Orlando, las luchas internas y la ausencia de partidos como local en un lugar neutro. Ahora, en 2022, LeBron está en el Oeste y la química se ha recuperado con una cara nueva en el banquillo y la recuperación paulatina, paciencia mediante, de las relaciones personales entre los jugadores. Y sí, los Nets sanos parecen imbatibles, los Bucks sencillamente superiores y los Sixers con Harden y Embiid asustan. Todos ellos son potenciales rivales de los Celtics, un equipo avalado por su propia historia y que busca la machada y la redención de un proyecto llamado a todo, pero que de momento se ha quedado sin nada. El siguiente objetivo será enmendar ese hecho. Están a tiempo, eso seguro.