El Madrid se divierte

Xavi Pascual despidió el partido con pragmatismo: “No estamos para pelearle al Madrid a este nivel”, vino a decir. Borrón y cuenta nueva, a pensar en el próximo. A los blancos, después de la angustia en cascada de los compromisos previos, les vino bien un triunfo sonado, por amplio y cómodo, para soltarse un poco y relajar la mente en plena carrera de fondo. El maratón no se detiene y hay que aguantar el ritmo. De aquí en una semana le aguardan el Valencia, el Fenerbahçe y el Barça. La victoria por 85-64 le sirve para coger impulso. Fluyó como equipo y se reflejó en los números de manera colectiva: Poirier, por ejemplo, 10 puntos, 8 rebotes, 3 asistencias y 3 robos para 21 créditos. Yabusele y Llull, 13 tantos cada uno; Thompkins, 12; Rudy, 15 de valoración; Heurtel, 6 asistencias...

El Zenit se plantó en el WiZink Center en racha (6 triunfos en las últimas 7 jornadas) y a la vez cargado de bajas, lo que en ocasiones es incompatible. Sin piezas de talento como Frankamp, Ponitka y Gudaitis, quizá aguardábamos un equipo, además de dependiente de Jordan Loyd y Billy Baron, más concentrado y atento a los detalles, esos que tanto cuida Pascual. Un rival que zancadilleara al Madrid, al menos que lo intentara. Y más allá del marcador (45-36 al descanso), las sensaciones eran de plenitud local en ataque, con varias acciones en las que castigaba a los de San Petersburgo con facilidad. En las continuaciones de Tavares y Poirier, con Yabusele al poste bajo, en varios triples liberados…

Nada que ver con la espesura ofensiva que padeció en Mónaco la semana pasada y en la primera parte el miércoles ante el Olympiacos. Atrás, y sin Taylor, Hanga ni Deck, había margen de mejora, como impedir algunas segundas acciones de Poythress (8 capturas en tablero ajeno y 21 puntos) o algún lanzamiento demasiado cómodo de Jordan Mickey. Pero el cañonero Loyd, que arrancó con todo, castigando también tras robo, pasó de 9 tantos en el primer acto a solo dos en el segundo (14 al final). Buena labor ahí de Williams-Goss. Y el supertirador Billy Baron no vio aro hasta el inicio del último cuarto (69-51 entonces).

A mandarina limpia

La reanudación había dejado el mismo escenario, un Madrid garboso que avanzaba casi con paso marcial, percepción de dominio absoluto, fluía y sus porcentajes no decaían. Subían casi al 70% de dos y al 56% de tres (9 de 16) con la bocina del tercer periodo. En ese ambiente de diversión, Llull regalaba dos mandarinazos a su afición mientras Yabusele no dejaba de hacer pupa dentro, y fuera. Heurtel y Abalde aumentaban el castigo con sus entradas y Poirier bajo el aro descargando de esfuerzos a Tavares.

El Zenit trataba de defender el fuerte sin soldados y de ahí al final las cosas solo empeoraron. Alocén disputó los últimos cinco minutos y quizá le hubiera venido bien alguno más. Para entonces, Thompkins ya había agarrado una de esas rachas que embaucan a cualquiera. El líder tuvo una noche plácida, de disfrute (la máxima, 83-59). Novena victoria seguida, la 16ª en casa desde la pasada campaña. Muy cerca del objetivo, del factor pista en el playoff de cuartos.