Los New York Knicks están dejando de ser el equipo sin rumbo que eran casi siempre desde hace años y que esta temporada habían vuelto a ser. El curso pasado, en el que llegaron a playoffs después de acabar quintos, amenazaba con convertirse un espejismo viendo lo que estaba ocurriendo en este. Pero los de Tom Thibodeau han reaccionado, han ganado cuarto de sus últimos cinco partidos, siete de los últimos diez y con un récord de 21-21 regresan al 50% de victorias por primera vez desde el 7 de diciembre. Ojo que todo esto les sirve para ser los undécimos del Este, ni siquiera en puestos de play-in. Tampoco hay que montar una fiesta, pero por algún sitio había que empezar.

Ese 21-21 les da una ventaja de tres partidos sobre el siguiente clasificado, unos Atlanta Hawks definitivamente hundidos, les iguala al décimo puesto de los Boston Celtics, primer ocupante del play-in, y les deja, eso sí, a tres victorias de una sexta posición, la que marca la clasificación directa para playoffs, que ahora pertenece a los Cleveland Cavaliers y que, de momento, parece muy lejana. Pero poco a poco. Porque aunque el objetivo de los Knicks tenga que ser el de ir subiendo posiciones en la tabla, a corto plazo su principal meta es recuperar el espíritu y el juego que habían perdido por completo. Sólo a partir de ahí tendrán opciones devolver a los puestos de privilegio del Este. Y parece que se han puesto manos a la obra.

Esta noche han dado un nuevo ejemplo ante unos Dalas Mavericks que llegaban en su mejor racha de victorias desde 2016. Seis triunfos consecutivos contemplaban a los Mavs, el último nada más y nada menos que ante los Chicago Bulls. Pero hoy el equipo texano, que promediaba más del 40% de triples en esas últimas victorias, vio como el aro se cerraba para ellos: 8/37 en triples (21,6%). Eso dejó a Luka Doncic, que venía de repartir 14 asistencias ante los Bulls, en sólo 5, con muchos de sus compañeros fallando en posiciones absolutamente liberadas tras pases del esloveno. Pero el base también contribuyó y mucho a esa mala estadística en el lanzamiento con un 1/9. 

Doncic acabó con 21 puntos y 11 rebotes pero con un 34,8% en tiros de campo. Gran trabajo de los Knicks en defensa y especialmente de R.J. Barrett. Como defensor principal dejó al esloveno en un 2/8, en un 3/11 a los Mavs en general. Por si esto fuera poco, se fue en ataque a los 32 puntos, convirtiéndose en el jugador más joven en la historia de los Knicks en enlazar dos encuentros consecutivos de 30 puntos. El alero, que comenzó muy bien la temporada, se sumió después en la indiferencia que atenazó a toda la plantilla durante semanas, pero parece que ha vuelto al nivel inicial. Un nivel al que se supone que tendría que llegar un jugador como él, un proyecto de estrella que ya va por su tercera temporada en la Liga.

Junto a él destacó especialmente Mitchell Robinson, con sólo un fallo en el lanzamiento en todo el encuentro. Ambos mataron el encuentro al principio del tercer cuarto, cuando los Mavs trataban de volver a meterse en el encuentro por enésima vez (ya se habían visto 11 abajo varias veces en la primera mitad). Ahí, con 58-51, los dos enlazaron varias canastas que, coronadas con un triple de Julius Randle, pusieron un definitivo 69-51 en el marcador. "Debe ser el mejor partido de nuestros titulares en lo que va de temporada. Han jugado realmente bien, realmente duro", se congratulaba Thibodeau al final del encuentro.