La película de los Lakers: pesadilla antes de Navidad
Cuarta derrota consecutiva de los Lakers, en cuadro, esta vez ante los Spurs. La jornada de Navidad llega con la afición asqueada y carente de atractivo.
Una tortura. En eso están inmersos los Lakers, a los que el coronavirus ha dado un golpe letal que puede acabar con sus opciones de una forma llena de condicionantes, pero dolorosa igualmente. Tras tres victorias consecutivas, los angelinos entraron en una vorágine de malos resultados que empezó con la pérdida, por lesión, de Anthony Davis en Minnesota. Y adiós: cuatro derrotas seguidas, un desastre constante y unas ganas de que llegue algún tipo de parón muy grandes. Más que por el coronavirus, por resetear, aclarar ideas y volver con las pilas cargadas para encarar la recta final de la temporada, que en realidad es más de la mitad con el All Star entre medias. La NBA ha asegurado que no piensa parar y habrá que ver si hay alguna intención de hacerlo después de la lucrativa jornada de Navidad. Y, mientras tanto, los angelinos siguen sumando desgracias en forma de lesiones, protocolos de salud y seguridad y derrotas. Momento muy duro para ellos.
Los Lakers han caído ante Wolves, Bulls, Suns y, ahora, Spurs. Solo en Chicago estuvieron relativamente cerca de la victoria, y cayeron de 18 puntos en Minnesota, de otros 18 ante los Suns y de 28 ante los Spurs. Incluso en el rostro de Gregg Popovich, siempre muy dado a mostrar sus expresiones incluso con mascarilla, se ha visto la sensación de que este no era el rival con el que tantas batallas ha tenido a lo largo de todo el siglo XXI, animadversión mediante de un técnico al que nunca le gustó la parafernalia ni la farándula inherente a Hollywood. Eso, y su enfado después de que Phil Jackson, brevemente en la clandestinidad, definiera el triunfo de los Spurs en 1999 como "el anillo del asterisco" (con el primer lockout que acortaba la temporada de la historia, se jugaron 50 partidos y no hubo All Star). Popovich jamás se lo perdonó.
En el Staples Center (todavía se llama así) hubo poco por donde rascar. Los Spurs ganaron el primer cuarto 33-24 y no perdieron coba, saliendo victoriosos también de los tres siguientes y arrasando en el último desde la defensa, dejando a los locales en 18 ignominiosos puntos. La sorpresa del encuentro fue Keita Bates-Diop, que cuajó una auténtica exhibición: 30 puntos y 7 rebotes, con 11 de 11 en tiros de campo (sí, 11 de 11), 3 de 3 en triples y 5 de 7 en tiros libres. Un elemento diferencial para no ser un jugador especialmente conocido, que inclinó la balanza desde el segundo cuarto (9 puntos y 4 de 4 en tiros). En el tercero anotó 11 (4 de 4 en tiros) y otros 9 en el último tras anotar solo 1 en el periodo inicial, en el que apenas participó durante 1:30 en la rotación de un Gregg Popovich que apenas lo utiliza una media de 13,8 minutos por partido.
Los Spurs también tuvieron 16 puntos y 10 rebotes de Keldon Johnson (4 de 14 en tiros), 13 Doug McDermott, 23 de Derrick White, 9+6+13 de Dejounte Murray y 13 de Jock Landale. Y suman su 12ª victoria de la temporada, lo que les deja en el 11º puesto de la Conferencia Oeste empatados con los Blazers, décimos. Una vez más, todos están ahí. Y en los Lakers, poco que decir: 36+9+6 de LeBron James, brillante pero desesperado, y 30+7+4 de Russell Westbrook. Además de ellos, solo Talen Horton-Tucker superó la decena (13) y ni los contratos de diez días (Isaiah Thomas), ni los jugadores de la G League (Jay Huff...) tuvieron protagonismo mientras los puntos caían en demasía, David Fidzale se encontraba sin respuestas y la sensación constante era la de unas ganas locas de que se acabara el partido y poner rumbo a casa para olvidarse del baloncesto. Ahora mismo, los Lakers, acechados por las bajas, están en su particular pesadilla antes de Navidad. El problema, es que un mal sueño puede ser eterno, y el pésimo momento del equipo no tiene fin. De momento, 16-16 y sextos del Oeste. A pesar de todo. Se pueden consolar con eso. Pero claro, el que no se consuela es porque no quiere.