Y la bomba explotó: Russell Westbrook, a los Lakers
Russell Westbrook abandona Washington y pone rumbo a los Lakers de LeBron y Davis. Movimiento inesperado en la noche del draft... y futuro incierto.
La NBA es así. Un lugar donde ocurre, para bien o para mal, cosas tan increíbles como inexplicables, tan reales como poco realistas, tan surrealistas como taquicárdicas. Nadie sabe por qué ni cómo, pero ahí está el movimiento sorpresa. Uno que va a dar mucho que hablar y que va a copar portadas durante todo un verano, en el que parece complicado que haya algo de semejante trascendencia. Al menos que gente como Chris Paul decida, y no lo parece, que su lugar está lejos de Arizona. De momento, estos son los datos; o más bien, el dato: Russell Westbrook pone rumbo a los Lakers y compartirá equipo con LeBron James y Anthony Davis la próxima temporada. Un traspaso sorpresa que ha ido aumentando su volumen en las últimas horas y que supone la unión de tres estrellas de la mejor Liga del mundo en la franquicia más grande del siglo XXI y, por qué no, también de la historia de la competición.
El traspaso, cuyos primeros rumores ha adelantado Shams Charania (cómo no) y que ha anunciado de forma definitiva Adrian Wojnarowski (para variar) se ha completado de la siguiente manera: Westbrook abandona los Wizards, que también sueltan dos segundas rondas, correspondientes a los drafts de 2024 y 2028. Por su parte, los Lakers se desprenden de un lote que incluye a Kyle Kuzma, Montrezl Harrell y Kentavious Caldwell-Pope, además de la primera ronda del presente draft, el número 22, con la que han seleccionado a un Isaiah Johnson, traspasado después a los Pacers por Aaron Holiday... y la elección 31, Isaiah Todd. Una camada sustanciosa y con cuantía que provoca dos cosas: que los Wizards se desprendan de los 44 millones que Westbrook va a cobrar en la 2021-22, y de los 47 correspondiente a la player option de la siguiente temporada. Y que los angelinos digan adiós a dos pilares importantes del anillo de 2020 (Kuzma y KCP) y, en el caso de Kuzma, al último reducto de la generación que llegó después de Kobe Bryant, y que ha sido utilizada para conseguir traspasos a través de los cuáles han llegado jugadores clave, principalmente Anthony Davis.
El draft siempre ha sido una noche en la que los directivos hacen sus deberes entre bambalinas, afilan sus armas para conseguir elecciones más altas o venden las suyas propias a cambio de un suculento premio. En los últimos días, era Buddy Hield (Sacramento Kings) el que sonaba para los angelinos, cuyo experimento con Dennis Schröder no ha salido según lo esperado y planeaban hacerse con un base. También sonó, de forma muy lejana, la posibilidad de que Chris Paul acabara en Hollywood, especialmente después de que Magic Johnson insinuara dicha posibilidad segundos después de que acabaran las Finales. Pero ni uno ni otro han acabado en los Lakers, que se hacen con los servicios de un Westbrook cotizado solo a medias, pero que quería salir de Washington tras una temporada fraguada con un play-in victorioso y una primera ronda sin historia ante los Sixers. Y también, claro, de un proyecto estancado.
¿Qué hacen los Lakers?
Es la pregunta que todo el mundo tiene en mente. Los Lakers buscaban un golpe de efecto para volver a optar al anillo el último curso, algo que no han podido hacer en el presente por culpa, en gran parte, de las lesiones. La avanzada edad de LeBron (cumplirá 37 años en diciembre) y el castigado físico de Davis obligaban a reforzar la plantilla para poder competir con los grandes equipos de la competición. Sin embargo, nadie sabe si eso se conseguirá con Westbrook, y muchos ven con cierta reticencia un movimiento cuestionado desde el inicio. Por un lado, los Lakers se deshacen de los 13 millones de Kuzma, los 9 de Harrell y los 13 de KCP, con lo que podrán pagar casi la totalidad del salario del flamante fichaje. Pero la cabida deportiva del propio base, y la dificultad que genera su enorme sueldo, provocará un doble problema: en el esquema de juego y en la parte directiva, que se queda sin prácticamente margen salarial para reforzar una plantilla empobrecida y, en estos momentos, bastante corta.
Y luego está Wetsbrook en sí, claro. Un hombre ambivalente, un talento incomprendido, una diana de críticas, un carácter merecidamente cuestionado, un jugador que está ahí... pero ni gusta, ni disgusta, ni todo lo contrario. El base viene de una temporada histórica, en la que ha promediado triple-doble por cuarta vez en su carrera, con una segunda mitad realmente increíble y reconciliándose parcialmente con una opinión pública que siempre ha estado en su contra. Pero llega a un aspirante, tiene que compartir un balón que le cuesta soltar, y tiene un estilo de juego excesivamente monopolizante, algo que puede no cuadrar con LeBron. Tampoco se distingue por su esfuerzo defensivo, algo clave en el esquema de Frank Vogel. Y hay quién piensa que su manera de jugar puede ser perjudicial para un equipo que luche por el título. Es más, Westbrook solo estuvo cerca del mismo en los Thunder... con Durant. Y desde que se separó de esa alargada sombra, no ha optado al anillo, ni en OKC, ni en Houston ni, por supuesto, en unos Wizards a los que llegó buscando récords y dinero, cuando podría haber aceptado un salario más bajo para ir a un aspirante.
Así están los Lakers. LeBron y Davis no han ido a los Juegos y tienen todo el verano para recuperarse, más tiempo del habitual si tenemos en cuenta que cayeron en primera ronda. Y un descanso merecido si tenemos en cuenta que enlazaron el anillo con el menor descanso de la historia entre temporadas, y un curso baloncestístico de 72 partidos muy condensados y marcado por el coronavirus. La salida de Kuzma, cuya explosión no se ha dado, era esperada, al igual que la de un Harrell que no ha funcionado de todo y era carne de traspaso. Pero KCP ha sido un hombre clave en las dos últimas temporadas y la llegada de Westbrook genera más preguntas que respuestas. El futuro inmediato es incierto, LeBron sigue cumpliendo años, el físico de Davis es siempre una incógnita y el nuevo fichaje genera unas dudas que solo resolverá el tiempo. Un bombazo que puede explotar en manos ajenas. Ya se sabe, cosas de la NBA.