Los New York Knicks no se parecen en casi nada a los de años anteriores, pero si en algo han cambiado es atrás. Hasta el partido de hoy recibían de media 102,7 puntos, la mejor cifra de toda la liga. Una cantidad que Los Angeles Clippers superaron con su primera canasta del último cuarto y con la que no se iban a conformar, sin levantar el pie del acelerador hasta la holgada victoria final. Y es que los Clippers tampoco son exactamente los mismos que hace unos meses. Estamos ante un equipo más compenetrado y comprometido, que se ha olvidado de los piropos y se ha puesto a trabajar. Y en ese escenario es temible. Sin ir más lejos, ya son diez victorias en los once últimos partidos y se mantienen por delante de sus vecinos los Lakers.

Si los Knicks eran los mejores en defensa (la llegada de Thibodeau se ha notado al momento) y hoy no pudieron demostrarlo, fue porque en los Clippers de momento no se esconde nadie y todos atacan la canasta cuando toca. Y lo hacen bien. Con Kawhi Leonard al frente (28 puntos, 11/11 en tiros libres), y Reggie Jackson (18) y Paul George (17) centrados y acertados, es mucha la potencia de fuego que hay que contrarrestar. Además, otros tres jugadores superaron los dobles dígitos de anotación (Ibaka, Petterson y Morris). Entre los tres firmaron un 9/13 en triples. En total, los Clippers acertaron 17 tiros de tres por 10 de su rival. Una de las diferencias decisivas.

Los Knicks aguantaron bien el primer tiempo yéndose al descanso sólo uno abajo. Con los ya habituales Julius Randle y RJ Barrett sumando en ataque, y con la inclusión del rookie Immanuel Quickley como gran protagonista y a la larga máximo anotador de los locales con 25 puntos. Fue él quien metió 8 seguidos ya en el último cuarto para reducir la ventaja del rival a dos (103-105). Pero hasta ahí llegó todo. Un parcial final 12-24, demoledor para los Knicks, dio una nueva victoria a estos Clippers que siguen teniendo el talento, pero que ahora, además, parece que saben cómo usarlo.