"Doncic no puede progresar más"
El esloveno fue tercero en el Draft de 2018. Algunas franquicias no apostaron por él al considerar que ya había alcanzado su cota máxima de talento.
A sus 21 años, Luka Doncic ya ha dejado huella en la NBA. Muy marcada. Tanto por sus récords, y récords, y récords; como por su simple forma de jugar. Aparentemente, a cámara lenta, subrayando los pasos y pisando anómalamente fuerte, en todos los sentidos. Irónicamente, su evolución en la mejor liga del mundo ha sido inversamente proporcional a su estilo: extremadamente rápida, asentándose como el rey, al menos, de los precoces. En la derrota frente a los Chicago Bulls (101-117), superó a Michael Jordan en la clasificación histórica de triples-dobles. Alcanzaba los treinta, siendo el más joven en conseguirlo, por supuesto. Una vez más, ante el ingrato espejo del mejor de todos los tiempos. Una vez más, algún que otro general manager tirándose de los pelos.
Doncic llegaba a la NBA en 2018 después de maravillar a Europa, siendo el jugador más joven de la historia en lograr un MVP en la máxima competición continental y con una retahíla de títulos que muchos envidian al final de sus carreras: dos Copas, tres títulos ACB, una Copa Intercontinental y una Euroliga. Un hecho casi inconcebible que supuso una trampa para muchos ojeadores de la NBA. Tal y como recientemente ha desvelado el periodista norteamericano Tim MacMahon, de la ESPN, por aquel entonces algunos gerentes pensaron que Luka ya no podía progresar más, que había llegado a su cota máxima de talento. Ahí se hallaría la razón por la cual el jugador esloveno terminaría tercero en el Draft, por detrás de DeAndre Ayton y Marvin Bagley III, ambos muy lejos de las prestaciones de un jugador que ya es All-NBA y considerado en la terna por el MVP.
Fe ciega en Dallas: Doncic sí o sí
En Texas iban a contracorriente. Mientras algunos cuestionaban que el jugador esloveno pudiera rebasar semejante nivel, Donnie Nelson, general manager de los Mavs, lo tenía claro. Creía que aún podía ir más allá y le comparaba con los mejores de siempre: "Tuve este sentimiento y pensé que podía jugar como organizador, que era como un cruce entre Magic y Bird. Eso es lo primero que vi. Eso y que era una máquina del triple-doble", recuerda ahora en declaraciones recogidas por el propio MacMahon.
Dallas terminó la temporada 2017-18 en decimotercera posición, con solamente 24 victorias. Harrison Barnes lideraba un equipo que aún contaba con Dirk Nowitzki, que a sus 39 años promedió 24,7 minutos y 12 puntos, o J.J. Barea, recientemente adquirido por el Movistar Estudiantes. Un curso para olvidar, premeditadamente empeorado con el objetivo de conseguir al propio Luka. Sin ir más lejos, Adam Silver terminaría multando a la franquicia por unas declaraciones de Mark Cuban, propietario de la organización, en las que admitía haber incitado al equipo a perder. 600.000 dólares, pero objetivo cumplido, no sin antes cerrar el trato con los Atlanta Hawks, que veían llegar a Trae Young con los brazos abiertos. "No me declararé ganador ni perdedor completamente, pero sí sé que los dos equipos tienen a alguien que les va a hacer crecer", diría posteriormente Tony Ressler, mandatario de los Hawks, dejando caer que volvería a repetir la misma operación. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
"Me alegré cada vez que perdía una carrera o no se le veía en forma, para ser honesto. Le estaba animando a que metiera la pata en los campeonatos europeos. ¡Solo quería que cayera posiciones!", confiesa ahora Nelson a MacMahon. El general manager, también director de operaciones y ojeador, sería en su día el encargado de traer a Dirk, y no tardaría mucho en tener claro que Doncic estaba llamado a ser su sucesor. "Cada vez que iba a verlo, era sólo otra validación de lo único y especial que es", explica Donnie, que empezó a seguir a Doncic a partir de su tercer partido profesional con el Real Madrid. El resto de la historia se sigue escribiendo. Lenta y rápidamente.