Luka Doncic ante el ingrato espejo de Michael Jordan
"Luka Doncic ha vuelto a batir una marca que había dejado firmada alguna leyenda en las páginas de la historia de la NBA". No será la primera vez (ni la última) que lean esto. "Luka Doncic supera a Michael Jordan". Tres cuartos de lo mismo. Esta vez fueron los triples-dobles, hace unos meses el triple ganador sobre la bocina en la prórroga de un partido de playoffs, hace casi dos años la media de puntos, rebotes y asistencias como debutante... En una liga (y uno deporte en general) íntimamente ligada a las estadísticas, el jugador esloveno es un filón. La tentación de compararle con el más grande de todos los tiempos está presente en cada esquina y el deseo de confirmar cómo el alumno supera al maestro es demasiado fuerte como para pasar de largo. Pero al final no son más que números que, si bien indican que estamos ante un jugador muy especial (no hace falta ir a los datos para darse cuenta de eso), no pueden determinar por sí solos que Doncic esté andando el camino que comenzó Jordan hace 36 años.
La comparación con el 23 de los Bulls ha sido la vara de medir de quien se presentaba (casi siempre le presentaban otros) como el nuevo mesías. Lo fue para Kobe Bryant, para LeBron James y ahora para Luka Doncic como jugador más destacado de su generación. Quien abandone por un momento el frío dato y se pare a ver los partidos, se dará cuenta de que en realidad Doncic tiene muy poco que ver con Jordan (por no decir nada) en la forma de jugar. Es curioso que entre las referencias a las que el esloveno se ha referido como inspiraciones para dedicarse profesionalmente al baloncesto nunca le haya nombrado a él. No sorprende tanto, en cambio, cuando uno mira la partida de nacimiento de Doncic y se da cuenta que cuando nació, Jordan ya había ganado sus seis anillos con los Chicago Bulls. Nunca le vio jugar, como tampoco vio a Magic Johnson ni (mucho menos) a Oscar Robertson. Y a estos dos sí que se parece bastante más.
El ídolo de Doncic siempre fue LeBron y ese, seguramente, sea el espejo en el que se mira como hijo del Siglo XXI que es. En estos últimos 20 años, desde luego, no hay mejor lugar donde buscar reflejo. Pero la sombra de Jordan es muy larga y las comparaciones siempre acaban en él. Mientras tanto, Doncic sigue a lo suyo. Instalado en la élite de la liga estadounidense por pleno derecho, aspirando al MVP, siendo dueño y señor del juego de una franquicia de la NBA. Todo ello con 21 años. Y también fallando más triples y tiros libres de la cuenta, mejorando pasito a pasito su regular defensa y cometiendo (muy de vez en cuando) errores en la toma de decisiones. Estas sí cosas normales en un jugador de 21 años. Pero también llamándose "egoísta" por jugar una mala segunda parte en la última derrota de los Mavs, en la que firmó el 29º triple-doble de su carrera (36 puntos, 16 rebotes y 15 asistencias). El que le hizo adelantar a Jordan, un espejo ingrato para casi todos. La gente ya se lo está poniendo delante, aunque él no quiera mirarlo aún. Sabe que le queda mucho para eso.