Desde hace años hay una discusión en la NBA que trata sobre la acumulación de talento en unas pocas franquicias. Los jugadores, con mucho más poder de decisión sobre sus carreras que hace unas décadas, tienen una capacidad nunca vista para forzar traspasos. Y de un tiempo a esta parte es habitual ver a las estrellas de la Liga jugando en unas pocas franquicias. Es raro encontrar a alguno de los grandes jugadores de la NBA que no esté acompañado en su equipo por otro de esos grandes jugadores y sus cambios de equipos suelen ir siempre en las mismas direcciones.
Muchos colocan el inicio de esta tendencia en los Heat de 2010, los del Big Three de LeBron, Wade y Bosh, aunque tres años antes los Celtics juntasen a Pierce, Garnett y Allen. Desde entonces movimientos como el de Durant a los Warriors, el traspaso forzado hasta límites difíciles de imaginar hace unos años de Davis a los Lakers o la marcha de Kawhi a los Clippers con la condición de que fichasen a Paul George han sido ejemplos de estas prácticas.