Se acabaron los chistes de Shaq: McGee, tricampeón de la NBA
McGee ha pasado de ser una promesa incumplida y el hazmerreír de la NBA, a encontrar un rol concreto y ser útil en los últimos años con Warriors y Lakers.
Sin lugar a dudas, hubo una época reciente en la historia de la NBA en la que JaVale McGee era el absoluto protagonista. Pero no precisamente por los méritos deportivos, ya que lo que hacía su cara era copar los programas de Shaqtin'a Fool, de los que era el protagonista absoluto. Sus despistes en pista eran el pan de cada día para Shaquille O'Neal, que explotaba al máximo su versión humorística para hacer reír a los televidentes, algo que el legendario pívot sabía hacer como nadie. McGee era un hombre que prometía mucho y se quedó en nada, y nunca cuadró en proyectos a priori competitivos, pero que nunca tuvieron demasiado desarrollo. El pívot iba dando tumbos en la NBA y nunca encontró su sitio hasta que aterrizó en los Warriors, llegando a su primer gran equipo en un fichaje que muchos tomaron por broma pero que acabó representando, más allá de los números, el mejor nivel de un pívot que cuadró en Golden State y se llevó a casa dos anillos de campeón cuando unos años antes era objetivamente impensable que formara parte de un contender. Y del máximo favorito como eran los Warriors entonces, mucho menos.
Ahora, McGee ha ganado su tercer anillo, y se convierte en el segundo jugador en activo (tras LeBron, claro) que más suma junto a los Warriors (otros tres), Udonis Haslem (los mismos) y Danny Green, que ha añadido uno más a los conquistados con Spurs (2014) y Raptors (2019). Eso sí, el camino ha estado lleno de penurias para un pívot que llegó a la NBA en 2008. Antes de eso había sido, en palabras de su entrenador en el instituto de Hales Francisca, Gary London, un alero bajo que podía tirar incluso de tres. Sin embargo, pasó a ocupar la posición de pívot titular en la Universidad de Nevada, promediando más de 14 puntos y 7 rebotes por partido en su segunda campaña (con un 57% en tiros de tres y un 33% en triples) y declarándose elegible para un draft en el que fue seleccionado en la 18ª posición de la primera ronda y recalando en los Wizards, un equipo que venía de disputar los playoffs en las cuatro últimas temporadas y que tenía unas bases sólidas que no tardarían en derruirse.
Gilbert Arenas, Antawn Jamison y Caron Butler eran uno de esos big three molones y talentosos que acaparaban miradas y progresaban bajo el mando y la escrutadora mirada en los banquillos de Eddie Jones. Sin embargo, los problemas en las rodillas de Arenas, que disputó tan solo 13 encuentros en la 2007-08 y dos en toda la 2008-09, la primera de un contrato de seis años a razón de 111 millones de dólares, lastraron enormemente a una franquicia que destituyó a su entrenador con tan solo 11 partidos jugadps (1-10) y empezó una marejada de malas decisiones que no acabaron hasta la llegada de John Wall, Bradley Beal y compañía, años después. Entre medias, McGee comenzaba en una NBA que no espera a nadie ni le esperó a él: 6,4 y 6,5 puntos en sus dos primeras temporadas, con apenas 15 y 16 minutos por noche de promedio, poco protagonismo y una multa de 10.000 dólares por reírle las gracias a Arenas antes de un partido ante los Sixers, en el que el base señaló con el dedo a sus compañeros imitando una pistola tras ser acusado el día anterior de tener armas en el vestuario.
En 2011, McGee quedó segundo en el Concurso de Mates por detrás de Blake Griffin, mientras que un mes después, el 15 de marzo, consiguió un triple-doble de 11 puntos, 12 rebotes y 12 tapones. Eso sí, el ex jugador y por aquel entonces comentarista Kevin McHale lo definió como "un triple-doble malo" por la cantidad de tiros que intentó en el último periodo con tal de asegurarse el llegar a la decena en anotación. Tras demostrar algo de valía en su tercera temporada en los Wizards (10,1+8, con 2,4 tapones) y con un buen inicio al año siguiente. McGee fue traspasado a los Nuggets, donde se encontró con un George Karl que llegó a decir que tenía potencial para ser como Kareem Abdul-Jabbar. Pero también acusó su pereza y tuvo continuos choques con él en los siguientes años. Una sobrecarga en la tibia izquierda trastocó su ya de por sí torcida carrera con tan solo 26 años, disputando 28 partidos en dos temporadas: 5 en la 2013-14 y 23 en la siguiente, repartidos entre los Nuggets (17) y su efímero paso por unos Sixers ya inmersos en un Proceso hoy cuestionado. Tras esto recaló en los Mavs, donde apenas participó en 34 partidos antes de ser cortado, siendo un año más dentro de una penuria tan constante como pantagruélica y que parecía no tener fin.
Warriors y Lakers: McGee encuentra su sitio
Los Warriors fueron al rescate. Sacaron de las catacumbas al pívot y desarrollaron al máximo su potencial, encontrándole la utilidad dentro de un sistema de juego legendario y que ha dado la) vuelta al mundo y siendo uno de los participantes de esas plantillas (2016-18) que constituye, seguramente, algunos de los mejores equipos de la historia. El genio Steve Kerr se encargó de sacar todo su jugó a McGee: tramos cortos de partidos, de máxima intensidad y ante un determinado tipo de rivales. En La Bahía ganó los títulos de 2017 y 2018 y en estos últimos playoffs ocupó el puesto de titular en 9 de los 13 choques que disputó. Muchas veces era parte de un cinco inicial al que le daba mucha intensidad y luego dejaba relevo a Iguodala y el quinteto de la muerte (con Klay, Draymond, Curry, Durant además de Iggy), mientras que en otras ocasiones saltaba desde el banquillo y daba alas a su equipo, además de proteger la zona.
La llegada a los Lakers tras los dos campeonatos empezó con un año sin playoffs que coincidió con su mejor versión ofensiva: 12 puntos (máximo de su carrera) y 7 rebotes en 75 partidos, 62 de ellos de titular. Este año ha pasado a ser parte del club de locos de los Lakers (Rondo, Howard, J.R, Waiters...), pero ha sido titular en los 68 partidos que ha disputado (de 71), en un curso en el que le han respetado mucho las lesiones, aunque perdiendo protagonismo en playoffs. Durante el año, ha tenido tramos en los que intimida, rebotea y acaba cualquier jugada por encima del aro. Otros en los que se va completamente del partido y pierde cualquier atisbo de concentración. En regular season ha promediado 6,8 puntos, 5,8 rebotes y 1,5 tapones. Y entre él y Howard hacen trabajo sucio para que Anthony Davis solo se desgaste como center en momentos cruciales de los partidos.
Al final, la realidad es que McGee fue un proyecto de estrella que acabó siendo tomado a risa... pero que ahora ha conquistado su tercer anillo, algo que no muchos pueden decir. Y ha asegurado que jugó en Orlando a pesar de sus problemas de asma. Famoso también por ser el hijo de Pamela McGee, estrella de la WNBA conocida en España por su paso por el CB Tortosa y campeona olímpica en Los Angeles 84, JaVal sigue intentando dejar atrás su tumultuoso pasado y crear su propia historia lejos de las risas de Shaquille y el sainete de promesa incumplida. Con contrato el próximo año con los Lakers (cobrará algo más de 4 millones de dólares), el pívot estará de nuevo, y si no es incluido en algún traspaso, en un equipo en el que puede optar al anillo. De momento lleva tres, algo que hace unos años parecía imposible incluso en un mundo como el de la NBA, en el que, ya se sabe, todo es posible. Bueno... casi todo.