Jimmy Butler, el 'dealer' del café que ya es toda una superestrella
El mejor jugador de los Heat ha dado por fin el paso definitivo. Estrella de la burbuja por sus cafés, quiere demostrarlo también en la cancha.
Los Heat han pasado estos últimos años, ya después de la etapa de LeBron-Wade-Bosh en la que se agenciaron dos campeonatos (2012 y 2013), por ser un equipo. Ninguna gran estrella, un equipo. Goran Dragic ha sido la constante, con Udonis Haslem resistiendo como capitán, y con algunas muy buenas noticias en forma de jugadores-apuesta gracias a la pericia de los encargados de fichar y a los que deben hacer las alineaciones. Con ello se ha bajado de los playoffs tres años pero sin llegar a desentonar en ninguna temporada. Ahora, de nuevo en las Finales de la NBA, se ven en otra situación distinta.
La apuesta del verano de 2019 fue arriesgada. Suponía pagar un buen montante para el sign & trade de Jimmy Butler. 4 temporadas por 142 millones. El máximo salarial al que podía optar con esa duración. Arriesgada por lo que supone la figura de Butler en el vestuario, o al menos lo que ha trascendido al exterior, y por el momento en el que llegaba. Pese a que en Chicago era la estrella indiscutible e hizo buena amistad con, entre otros, Pau Gasol, su llegada a los Timberwolves puso su imagen del revés; acabó mal con Thibodeau, el que le había llevado allí tras su pasado en los Bulls, poniéndose a Towns y Wiggins en contra y protagonizando una escena en un entrenamiento de las que se arrastran toda la vida. Su temporada 2018/19 fue un caos pero acabó donde él quería, en los 76ers y con un equipazo que decepcionó a la afición por las posibilidades que tenía: Embiid, Simmons, Harris, él... El mítico tiro de Kawhi Leonard acabó con su etapa en Philly y le llevó a cambiar de aires, de nuevo de malos modos. Y los Heat confiaron en él para ser, de una vez por todas, la superestrella que necesitaban en el proyecto y la que necesitaba ser él.
Con él siempre existe la duda: ¿puede ser el mejor de un equipo ganador o necesita alguien aún mejor para completar un proyecto ganador? En Miami está despejando esa equis para siempre.
Su personalidad, solidificada en una adolescencia muy complicada (su padre abandonó el hogar muy pronto y su madre le echó de casa cuando tenía trece años), le ha separado de una élite a la que parecía no pertenecer. No es que no estuviera a la altura de los James, Durant, Leonard o Curry, que durante este último lustro son los que han dominado, sino que tampoco parecía entrar en ese segundo escalón de superestrellas con todavía cosas que demostrar como los Harden, Antetokounmpo o Westbrook. No hay que olvidar que ha sido cinco veces jugador del All-Star y que desde 2014 no ha bajado de 20 puntos por partido (si dejamos de lado que su promedio en esta última campaña ha sido de 19'9, raquítica diferencia), pero ni con ésas parecía tener un pase VIP al Olimpo. Y ya lo ha conseguido por sí mismo.
Efecto burbuja
Durante la campaña hay equipos de la Conferencia Este que se han mimetizado de cara a la opinión pública. Los Bucks eran muy superiores a todos y estaban a bastante distancia, pero se presumía una buena lucha por hacerles frente en una hipotética lucha con ellos por pisar las Finales NBA. Raptors, Pacers, Celtics y Heat, ya sin unos Nets con sus jugadores-franquicia desaparecidos en combate, parecían tener un nivel parecido. Pero las sensaciones de la pretemporada, cuando se confeccionaron las plantillas, han sido esta vez algo más que sensaciones y Miami nos lo confirmó. Los movimientos de invierno, con la llegada de Iguodala y Crowder por un Dion Waiters que podía chocar mucho con Butler, fueron una de las claves para conseguir una optimización del plantel de jugadores con los que Erik Spoelstra podía poner a funcionar su varita mágica.
En Miami parece haber encontrado lo que buscaba. Hombre de compromiso, hombre de vestuario. Y a Orlando, población estatal, ha trasladado sus mismas vibraciones. Y, aunque parezca una chuminada en un juego en el que lo que importa es lo que hagas sobre la cancha, arreglando su imagen de cara al público, inquisidor en muchas ocasiones y condicional con figuras con la de Jimmy. Mostrando su conexión con el entrenador, defendiendo y aplaudiendo a los jóvenes Robinson y Herro, divirtiéndose, siendo el rey de la burbuja de Disney...
Un detalle como el de su pasión por el café trasladada a comercio en las instalaciones de ESPN en Lake Buena Vista es lo que aclara un poco cómo le ven los rivales de la NBA y cómo le ven los aficionados de la NBA. Respeto, esto es sólo un negocio. Jimmy Butler ha sido uno de los animadores de la burbuja con su venta de cafés a precio de oro: a 20 dólares la unidad estándar, a 50 si coges dos de pequeño tamaño. Big Face Coffee, la marca que tiene inclusa tazas personalizadas y que en sus tiempos en los Bulls ya utilizaba, ha generado buen ambiente e incluso un competidor en su propio equipo: Brandon Gilliam, asistente técnico de los Heat. Con ese pequeño jueguecillo convertido en un pico de salario para el bueno de Butler, objetivo conseguido. Sólo quedaba cumplir con la parte deportiva, en la que ha sobrepasado incluso las expectativas.
Un último paso
A los Heat les hacía falta esa estrella que diera un paso más en los momentos importantes y Spoelstra se ha encontrado con una constelación. Tiene a Jimmy Butler, que con 31 años es el presente, y a un Dragic que puede reventar a cualquier rival en cualquier momento si está bien de forma, pero es que a su ritmo se está construyendo a 'Bam' Adebayo, el que debe ser el futuro a largo plazo.
A Butler, en concreto, pasar a las Finales de la NBA le vale para superar la barrera en la que el aficionado medio le frenaba. Ya es una superestrella, ya es ese jugador que lidera a un equipo con posibilidades de ser campeón. A su ahora compañero Iguodala, por poner algo de contexto, le pasaba en los 76ers; fue ponerse a la sombra de otro, MVP de las Finales en el proceso, y llevar ya seis participaciones en la eliminatoria decisiva. A Butler no le ha hecho falta, él sostiene el grupo.
En esta postemporada está en su mejor porcentaje de true shooting (tiro real), un 59,7%, y igualando su mejor player efficiency rating (ratio de eficiencia), 21,1 puntos. Lo hace en el año en el que más partidos ha jugado, quince, lo que le aporta un valor adicional a los números. Apoyado en el grupo y superándose.
Le ha tocado defender a su enemigo T.J. Warren y le ha secado, le ha tocado defender al MVP Giannis Antetokounmpo y logró que éste huyera. El último escollo es, quizás el más complicado. Se llama LeBron James, le conoceréis. Es lo único que le aparta del preciado anillo de campeón aunque Jimmy ya haya ganado.