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NUGGETS 108-LAKERS 114 (1-3)

Anthony Davis decide una batalla y los Lakers ya acarician la final

Tremenda resistencia de los Nuggets en un partido que los Lakers dominaron siempre pero ganaron con apuros: 3-1 y mañana, opción de meterse en la final diez años después.

Anthony Davis decide una batalla y los Lakers ya acarician la final
Kim KlementUSA TODAY Sports

La broma corría por las redes en cuanto acabó (108-114) un partido que no fue precisamente para bromas: los Nuggets tienen a los Lakers justo donde querían. Después de remontar un 3-1 en contra a Jazz y Clippers, vuelven a estar 3-1 en contra. Cualquier cálculo de probabilidades va contra ellos, es obvio; cualquier estadística y todo sentido de la lógica. Y puede que Denver Nuggets sea el mejor equipo posible para pelear desde semejante pozo. Pero las bromas solo son eso, bromas: habrían preferido (obviamente) ganar este partido, pudieron hacerlo, pelearon como demonios para estar vivos hasta el final y acabaron perdiendo. Los Lakers, que mandaron siempre pero nunca estuvieron realmente a salvo, se quitaron un enorme peso de encima. Y están a una victoria de volver a las Finales. Tienen tres intentos. El primero, mañana.

Los Nuggets llevan cinco series de playoffs en las dos últimas temporadas, todas las que han jugado con Michael Malone como entrenador: en todas han perdido al menos tres partidos. Las cuatro anteriores se resolvieron en siete (tres victorias) y ahora necesitan otro milagro para que vuelva a ser así. Pero lo cierto, más allá de que afrontan una montaña gigantesca, sin oxígeno y casi ya sin sherpas, es que no están siendo mucho peores que los Lakers. No a partir del descanso del segundo partido. Están legitimados para sentir que podrían ir 2-2 sin grandes rarezas. Y aunque eso no alimenta, sí sirve para pensar que todo puede pasar si siguen un día más, y luego otro, y luego… También es obvio pensar que están a un paso de hacer crack. Llevan 18 partidos de playoffs y el próximo será el séptimo que jueguen sabiendo que la derrota los manda de vuelta a las Rocosas. Jamal Murray volvió a meterse más de 45 minutos entre pecho y espalda, Jerami Grant más de 43… y el quinto partido es mañana. Con el depósito bajo mínimos y un 3-1 en contra, es humano pensar que una sacudida fuerte de los Lakers puede enviarlos a la lona de una maldita vez para no levantarse. Pero ya hemos visto de sobra a estos Nuggets en los playoffs 2020: no conviene apostar a que eso vaya a pasar.

Howard, Rondo... y Anthony Davis

Los Lakers cambiaron. Metieron a Dwight Howard en el quinteto y el pívot fue determinante en el primer tiempo (11 puntos, 10 rebotes, 6 de ataque). Rajon Rondo recuperó su versión ilógicamente buena en la segunda parte y fue clave en la victoria (11 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias), Markieff Morris hizo trabajo sucio y Kentavious Caldwell-Pope volvió a ser el mejor jugador del que nunca se habla en este equipo (13 puntos, 3 triples, mucho esfuerzo). A los Lakers no les sobró nada aunque corrigieron su desastre en el rebote y minimizaron las pérdidas, los dos obvios aspectos de mejora que se marcaron tras su horrible tercer partido. El sentido del arbitraje también cambió, esta vez más permisivo con el físico angelino (al límite las defensas finales de LeBron a Jamal Murray). Y Anthony Davis solo cogió 5 rebotes, pero fueron todos en la segunda parte. Además, anotó 34 puntos, 10 en el último cuarto. Y volvió a ser el mejor jugador del equipo, con LeBron muy exigido por Grant (el mismo jugador que defendió de maravilla a Kawhi Leonard en semifinales) y el tiro exterior totalmente extraviado. Al final, al menos, un LeBron menor acertó con los tiros libres, defendió bien, minimizó errores y acabó con 26 puntos, 9 rebotes y 8 asistencias. Está a un triunfo de sus décimas Finales de la NBA. Se dice pronto. Y está a un triunfo de poner un balance de 10-1 en once finales de Conferencia.

Los Lakers fueron superiores en más tramos de este partido, pero se encontraron al final arrinconados por la insistencia de un rival que devuelve todos los golpes, que juega en formato zombie, inconsciente (en el mejor sentido de la palabra) pero avanzando cuando debería estar en la tumba. Pese a los problemas de faltas de Millsap y Jokic (16 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias), los Nuggets volvieron todas las veces que hizo falta: desde un 32-44 en el segundo cuarto, 71-82 en el tercero y 88-96 en el último. El tremendo Murray (32 puntos y 8 asistencias, esta vez 0/3 en triples) no tuvo esta vez munición infinita, y su equipo se acabó desangrando, ahí estuvo en realidad el partido, por los tres rebotes de ataque que concedió (6-12 final en una estadística determinante) en los tres últimos minutos y a partir de un 102-107. Presionados y sin un LeBron clarividente, los Lakers acabaron con sensación de presa después de pasarse la noche de caza. Pero ganaron. Con un 2-1, la serie en el columpio y en una inercia peligrosa para ellos, eso era obviamente lo más importante. Están 11-3 en playoffs y, en toda la temporada, 52-0 cuando llegan por delante al último cuarto. Un dato que debe significar algo y que últimamente tiene más que ver con Anthony Davis que con LeBron James.

Los Nuggets están perdiendo de vista sus primeras Finales. Sería, si se consuma, su tercera derrota contra los Lakers en tres finales de Conferencia jugadas. Lo contrario sería la madre de todos lo milagros, pero nadie apostará contra ellos sin una pizca de nervios (como mínimo) en el quinto partido, que se juega mañana. Nada hace pensar, después de lo que hemos visto estas semanas, que los de Malone no van a estar listos para pelear los 48 minutos y no van a vender muy cara su derrota… si es que se consuma. Para los Lakers, superado este trance, queda rematar con el aviso de lo que les pasó a Jazz y Clippers desde una situación idéntica y contra el mismo e inagotable rival. Si lo hacen, si rematan, será su Final número 32, la primera en una década y después de ni jugar playoffs la temporada pasada. Sería algo estruendoso, pero queda dar un paso, el último. Y, contra estos Nuggets, parece seguro que va a tener que ser una buena zancada: el camino está ya muy cuesta abajo… pero hay que recorrerlo. Veremos si es mañana.