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PELICANS 128-JAZZ 127

Zion Williamson es una locura: 23,7 puntos con un ¡71% en tiros!

Estreno en casa ante un público entregado y exhibición del número 1 del draft ante Rudy Gobert: 26 puntos con un 9/12 en lanzamientos.

Zion Williamson lanza un gancho ante la defensa de Rudy Gobert.
Jonathan BachmanAFP

Lo sabíamos incluso antes de su exuberante temporada en Duke, cuando era un fenómeno viral en las redes sociales: hay algo irresistible en Zion Williamson. Son sus mates, claro, pero es todo lo que hace con un cuerpo (1,98 de altura real, casi 130 kilos) que parece más apto para el football que para el baloncesto... hasta que se pone en movimiento. Con 19 años cumplidos en julio, era tal la expectación que la NBA le aguardaba que la gran duda era saber si Zion podría sobrevivir a Zion. Y después de tres partidos de pretemporada (3-0 para sus Pelicans) la respuesta es sí. Rotundamente y por mucha pretemporada que sea. Zion es irresistible, un jugador que devuelve al aficionado a un estado de felicidad casi infantil. El regreso a la admiración de las cosas imposibles.

Es lo que está pasando en Nueva Orleans, una franquicia hasta ahora disfuncional y aparentemente condenada al ostracismo y el sufrimiento, tal vez una mudanza a largo plazo, tras la petición de salida de Anthony Davis, un jugador histórico del que solo extrajeron una eliminatoria de playoffs ganada en siete años. Pero llegó David Griffin a los despachos, llegó el retorno de los Lakers en la operación Davis y llegó Zion Williamson con el número 1 del draft aunque en Nueva Orleans solo tenían un 6% de opciones de hacerse con él después de la lotería, y aunque parecía que todos fuera de Luisiana, incluida la propia NBA, prefería verlo en otros destinos: Nueva York, Chicago...

Ayer, dos horas antes del partido que los Pelicans ganaron a los Jazz (128-127), ya había gente en los alrededores de un Smoothie King Center que congregó a más de 17.000 personas durante un partido de pretemporada (solía ser un pabellón con serios problemas de aforo: parece que eso desde luego ya ha cambiado) unos días después de meter más de 10.000 en un entrenamiento. Era el primer partido en casa de Zion, que desde luego va a ser una de esas atracciones ambulantes que dejan dinero en todos los bolsillos de la NBA. Los Hawks metieron 10.945 personas contra los Magic después de haber arrancado la pretemporada con 15.441 contra los Pelicans. En ese partido Zion Williamson acabó con 16 puntos, 7 rebotes y un 6/13 en tiros. Después ha jugados dos partidos, contra Bulls y Jazz, en los que ha sumado 55 puntos (29 y 26) y 9 rebotes (4 y 5) con un 21/25 en tiros (12/13 y 9/12). De esas 21 canastas, 20 han sido muy cerca del aro (casi todas bandejas o mates). En total de los tres partidos que ha jugado, 23,7 puntos y 5,3 rebotes en 26 minutos con un ¡71% en tiros de campo! Contra los Jazz, además, anotó el único triple que lanzó y estuvo bien desde la línea de tiros libres (7/9), uno de los asuntos en los que tiene margen de mejora (64% en Duke). 

Jugaba, no hay que olvidarlo, contra los férreos Jazz y un Rudy Gobert que ha sido Mejor Defensor de la liga las dos últimas temporadas. Enfrentado directamente al pívot francés, Zion, con su 1,98, sacó en seis ataques dos bandejas anotadas, dos faltas provocadas y un fallo que él reboteó (jugada doble) para completar la acción con un mate. En total y en su primer cara a cara contra un defensor NBA de élite, 3/4 en tiros y 3/4 en tiros libres: 9 puntos. Desde luego su juego no es perfecto y dede luego no es oro todo lo que reluce. Hablamos de un rookie de 19 años que tiene que mejorar mucho en defensa, en la NBA ya no funciona la simple imposición física que aplicaba en la NCAA en ese lado del campo, y que todavía no se ha enfrentado, con su complexión, al ritmo criminal de una Regular Season de 82 partidos. Pero Alvin Gentry sabe lo que quiere hacer con él (abrir espacios para que penetre, correr en cuanto haya ocasión) y su capacidad para finalizar jugadas cerca del aro, con una velocidad imposible para su peso, sí se está trasladando a la NBA intacta. Incluso contra Gobert. Con lo que estamos viendo, ya apunta a que su suelo va a ser de jugador importante y productivo. A partir de ahí, su techo es sencillamente inimaginable ahora mismo.

Estos nuevos Pelicans, que arrastran un hype descomunal pero en gran parte justificado, son mucho más, claro. De la camada rookie (tres elecciones en el top 20 tras operar con Lakers y Hawks), está resultando mucho más tímido el estreno del número 8, el pívot Jaxon Hayes (una máquinas de producir highlights al que todavía le falta un golpe de horno, como mínimo) que el del 17, el eléctrico guard Nickeil Alexander-Walker, que está anotando con la misma soltura que en Virginia Tech: esta vez 22 puntos en menos de 17 minutos (4/5 en triples) y en tres partidos, 15,7 y 4 asistencias de media con un 52% en tiro en 16,7 minutos. Los veteranos (Jrue Holiday y los nuevos Derrick Favors y JJ Redick) por ahora se limitan a acompañar y el paquete recibido de los Lakers responde más o menos como se podía esperar de inicio. Josh Hart trabaja con poca consistencia en ataque y Brandon Ingram produce (18 puntos a los Jazz) con la sensación de que todavía no sabe bien cómo exprimir sus inmensas facultades y con un gusto por amasar la bola que choca con el estilo frenético que trata de imponer Gentry y que sí le sienta como un guante a Lonzo Ball, que trata de enseñar (con resultados por ahora dispares pero prometedores) su nueva mecánica de tiro mientras luce todo lo que ya sabían que tiene los aficionados de los Lakers, que sí veían unas virtudes que parecían escondidas para el resto: instinto defensivo de primer nivel, visión de juego privilegiada. Hasta ahora y con su nueva camiseta, 8,7 puntos y 6 asistencias de media. Y la certeza de que sus alley oops a Zion serán un clásico en las recopilaciones de highlights.

En los Jazz, ningún titular pasó de los 27 minutos de Donovan Mitchell (10 puntos). Mike Conley sumó 13 y 7 asistencias en 23 y Bojan Bogdanovic, 15 y 8 rebotes en 24. Son las dos grandes novedades con las que el equipo de Quin Snyder quiere pasar de outsider incómodo a aspirante con galones. Un equipo que salvo debacle tiene plaza garantizada en unos playoffs 2020 del Oeste para los que, por muy infernal que vuelva a parecer la Conferencia salvaje, no se puede descartar de inicio a los Pelicans. No del todo: así es el efecto Zion...