NBA

La nueva lesión de DeMarcus Cousins llena de dudas su futuro

El pívot llegó a los Warriors con la intención de hacer un buen año, ganar el anillo y buscar un buen contrato para el futuro; una nueva lesión complica sus planes.

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DeMarcus Cousins, NBA
Kyle Terada USA TODAY Sports

El futuro de DeMarcus Cousins pende de un hilo. Al menos eso parece después de la lesión que sufrió en los minutos iniciales del segundo partido de la eliminatoria en la que los Warriors se enfrentaban a los Clippers (partido que acabaron perdiendo). La lesión supone un capítulo más en la carrera de un pívot que lleva siendo desde su llegada a la NBA un talento incuestionable, pero que, por unos motivos o por otros, siempre es puesto en duda.

El pívot está disputando su novena temporada en la NBA. Tras jugar el primer partido de la eliminatoria ante los Clippers (9 puntos y 9 rebotes) se quitó, por fin, la etiqueta de "el mejor jugador de la historia sin un solo partido de playoffs disputado”. No era una etiqueta vana. Se erigió como líder de los Kings desde que llegó al equipo en 2010 (puesto 5 de la primera ronda), pero todo el talento que demostraba era contrarrestado por una fama de problemático que le ha perseguido siempre. Nunca logró pisar la fase final en Sacramento.

Con su llegada a los Pelicans (fue traspasado en 2017) se abría un nuevo capítulo en su carrera. La franquicia formaba uno de esos equipos de 'quiero y no puedo', un conjunto en el que se juntaban talentos de la talla de Rajon Rondo, Jrue Holiday, Anthony Davis y el propio Cousins. Jugadores impresionantes en la pista y egos muy difíciles de manejar. Cuando parecía que el proyecto arrancaba y que su química con Davis en la zona se hacía innegable, el pívot se lesionaba del tendón de Aquiles y tenía que ver como su equipo jugaba los playoffs (y llegaba a semifinales de Conferencia) vestido de calle. En el momento de lesionarse firmaba el mejor baloncesto de su carrera: 25,2 puntos, 12,9 rebotes, 5,4 asistencias, 1,6 robos y 1,6 tapones. En 48 partidos. Números impresionantes antes de la peor lesión de su vida deportiva.

Tras el verano, se especuló mucho sobre su futuro. Antes del incidente podría haber optado a un contrato máximo por más de 133 millones, pero esta lesión tan grave, que se ha llevado por delante carreras como las de Kobe Bryant, provocaba que ficharle por un gran contrato se convirtiera en un riesgo para cualquier equipo y un hándicap para un profesional que antes de sufrir dicha lesión podría haber sido el jugador franquicia de cualquier plantilla. Finalmente firmó por los Warriors por el mínimo y recaló en un conjunto que con él en pista formaría uno de los quintetos más temibles de la historia reciente de la Liga norteamericana.

A priori no era una mala decisión. Tendría la oportunidad de jugar por fin los playoffs y si todo iba bien iba a acabar la temporada siendo campeón de la NBA. Además, tendría tiempo para demostrar que se encontraba recuperado en un equipo donde en temporada regular podría disfrutar de minutos debido a la gestión del esfuerzo que se hace de cara a la fase final, que es donde realmente compiten estos Warriors. Pero finalmente las cosas no han salido como se esperaban.

El pívot debutaba el 18 de enero contra los Clippers con 14 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias. En los 30 partidos que ha disputado, ha promediado 16,3+8,2+3,6, unos números nada desdeñables para un jugador que llevaba prácticamente un año parado y que se encontraba en un equipo donde imperaba el juego colectivo y donde, debido a la acumulación de talentos, no podía disponer de tantos tiros como en el pasado. Tras las buenas sensaciones en su regreso, bajó ligeramente el nivel y se llegó a decir que era "frustante" como los rivales explotaban sus limitaciones defensivas. Green salió a defenderle en unas semanas en las que la química del equipo se ponía en duda: "Nuestra defensa es una mierda con Cousins o sin él", decía Draymond, exculpando así al pívot de los problemas defensivos del grupo.

Tras conseguir el primero puesto de la Conferencia Oeste y con la llegada de los playoffs, los Warriors han vuelto a conseguir el equilibrio mental necesario para la postemporada, además de recuperar para la causa a Andrew Bogut y despejar dudas sobre su juego. Sin embargo, Cousins caída lesionado la pasada madrugada ante los Clippers, y de nuevo su futuro pende de un hilo, aunque ahora con más preocupación que antes. En Yahoo Sports se ha especulado con un posible regreso en las Finales (en caso de que los Warriors las jueguen) pero su rendimiento en la presente campaña, donde solo ha jugado 30 partidos y en la que se ha vuelto a lesionar, le hace muy difícil volver a optar a un gran contrato.

Ahora hay que ver qué pasa con el pívot. El año pasado, al ver que no había ofertas ni muy largas ni muy suculentas, decidió poner rumbo a la Bahía, donde puede llevarse (juegue o no) un anillo de campeón. Ahora, a la política anti Cousins (que ya no está en la cresta de la ola) se le suma una posible fama de hombre de cristal para un jugador que tiene una lesión dura en el cuádriceps tras salir de una de las peores lesiones para jugar al baloncesto que existen. 

Los Warriors tendrán que decidir también qué hacer, y parece que todo dependerá de lo que haga Kevin Durant. Se el alero se marcha (¿a los Knicks?) podrían intentar retener al pívot por el mismo salario que este año (5,3 millones), y ver cómo evoluciona el año que viene. Sino, podrían incluso ofrecerle un contrato más bajo y ver también que nivel da el año que viene.

DeMarcus se encuentra en un dilema parecido. No ha mostrado un mal nivel en los partidos que ha jugado, pero una nueva lesión puede volver a dejarle sin contratos largos garantizados, y con tan solo 28 años de edad no se sabe nada de su futuro. El verano se resolverá su futuro, y veremos si el jugador americano sigue en los Warriors o recala en algún otro equipo de la liga. Un futuro incierto y lleno de dudas para uno de los mayores talentos que la NBA ha visto en los últimos años.