CELTICS 110-RAPTORS 99

Los Celtics asustan a los Raptors: el liderato del Este sigue a tiro

Recital (otro) de Stevens, partidazo de Tatum, cepo defensivo... solo dos partidos ahora de margen y el miércoles, revancha en Toronto.

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Si no existiera LeBron James, lo normal es que esto fuera una previa de la próxima final del Este: los dos mejores equipos de la Conferencia, los dos mejor entrenados… Pero LeBron existe, y no va a irse a ningún sitio en un futuro próximo. Bueno, tal vez al Oeste el próximo verano. Raptors y Celtics lo agradecerían, claro, pero por ahora les toca lidiar con la gran bestia que lleva siete años seguidos ganando la Conferencia. Así que su lucha por la primera plaza no es solo por el factor cancha en esa hipotética final, que también: incluye el miedo a ser segundo y que LeBron y sus Cavs acaben terceros. Por eso, también juegan para encontrarse con él lo más tarde posible aunque, claro, con los Sixers y los Pacers en los talones de los de Ohio (a medio y un partido), ni siquiera se sabe por qué lado del cuadro va a aparecer Freddy Krueger, lo que convierte la carrera en todavía más angustiosa. Lo dijo él mismo cuando le preguntaron por un camino que debería incluir más series sin factor cancha de lo habitual: “No va a ser fácil para mis rivales llegar al primer partido de una serie y verme entrando en su pabellón”. Traducción: para qué pelear durante 82 partidos por el factor cancha si sé que puedo arrebatarlo en los primeros 48 minutos de eliminatoria.

El caso es que, con ayuda de ese Garden que es una jungla que no se toma días libres (el factor cancha sí importa), Celtics y Raptors (110-99) jugaron un partido tremendo que ganaron los primeros, que quedan a dos partidos de los canadienses (55-21 por 53-23) con seis pendientes por bando, entre ellos otro duelo directo, el miércoles en Toronto. La serie individual está ahora 2-1 para los Celtics, que si ganan en Canadá tendrán el liderato a tiro. Algo impensable hace no tanto y sencillamente imposible ante la plaga de lesiones que les ha arrasado. No hecho más fuertes, porque esa es una narrativa fallida. Lo que les hace más fuertes es Brad Stevens.

Stevens tiene esa sonrisa de niño que tienen los maníacos. Seguro que es un tipo excelente, desde luego lo parece, y lo aparenta cada vez que abre la boca, pero en pista es un científico del apocalipsis. Una megaestrella en el banquillo que pesa tanto como las que están en la pista, un nuevo Popovich. Tiene 41 años y lleva desde 2013 en los Celtics, para los que la dimensión de su apuesta por el técnico imberbe de Butler es similar a la de un número 1 de draft de primer nivel. Y creo que no exagero. Quizá mayor, si se piensa en términos de estructura de proyecto y salud de franquicia. Stevens tiene por delante lustros, décadas, de desarticular rivales con su sonrisa inocente (insisto: las peores) y ese enfoque que es parte probeta de laboratorio, parte ecuación matemática y parte instinto atávico de supervivencia. Es la mezcla, ni más ni menos, de la que están hechos los grandes entrenadores de la historia.

Dwane Casey, que es el favorito a Entrenador del Año en una carrera en la que Stevens también esprinta fuerte, se vio desarmado en un último cuarto al que los Celtics entraron por detrás (82-84), como uno empieza a pensar que les gusta. Entonces el entrenador de los Celtics lanzó unas zonas 2-3 que no había tocado antes, ráfagas antes las que el rival tarda en ajustar lo suficiente para que el partido pegue un vuelco: de 94-94 a 104-94 antes de un final con lío y expulsión de Marcus Morris. Más gasolina para el miércoles… y para posibles duelos en playoffs. Este año y los próximos. A los Raptors se les aparecieron los fantasmas que hacen que siga siendo comprensible que mucha gente no apueste por ellos sin condicionantes a pesar de su excepcional temporada: secos por fuera (8/35 en triples tras meter los cuatro primeros), cayeron a plomo en cuanto Stevens colapsó la pintura (24 puntos visitantes ahí en la primera parte) con su zona. Morris martirizó a CJ Miles (0/5 en triples), la defensa dejó espacios enromes a Siakam (0/1) y el banquillo de los Raptors, una de las sensaciones de la temporada, colapsó ante un rival más duro, más físico y más seguro de sí mismo. Una especie de escuadrón suicida que juega mejor cuantas más bajas acumula. Lo de los Celtics (que ya han igualado sus 53 triunfos de la temporada pasada) resulta fascinante.

Una jauría con escuadra y cartabón liderada por Rozier (21 puntos, 7 asistencias) y Tatum (24+4 y 6 rebotes), con 25 puntos de un Marcus Morris que es la prueba viviente de que Stevens convierte en oro todo lo que toca. Contra eso, poca incidencia de Lowry y 32 puntos de DeRozan. Los Raptors harían bien en apretar los dientes e hilar fino en una semana en la que entre martes y viernes juegan, glups, contra Cavaliers, Celtics (en back to back de vuelta de Cleveland) y Pacers: por el primer puesto pero, quizá más importante en su caso, para que no aniden en el peor momento posible las dudas que regresan al sufrimiento de los últimos años en playoffs. Un territorio donde Raptors y Celtics jugarían, no hay duda, una final del Este excelente. Claro que seguramente LeBron James tendrá algo que decir al respecto. Solo hay que recordar la canción: “1-2 Freddy viene a por ti, 3-4 cierra la puerta, 5-6 coge el crucifijo… “.