El Unicaja prolonga la caída a los infiernos del Bilbao
Un 16-0 bastó al equipo costasoleño, que pinchó al RETAbet donde más le duele: las pérdidas, la intensidad y el rebote ofensivo. El físico estuvo del lado local
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- Segundo partido de la Final de Eurocup Unicaja-Valencia Basket en directo .
El Unicaja montó un festival en el Carpena ante el Bilbao, se dio un baño de autoestima en tiempos en los que aún transmitía ciertas dudas, de cara a la Copa. El RETAbet ya no es ni la sombra de aquel equipo imperial que marcó el mejor inicio ACB de su historia: cuatro triunfos como soles con una potencia de fuego, con Bamforth al frente, descomunal y un ramillete de jóvenes revoltosos con ganas de hacerse un nombre en la élite del baloncesto nacional. Quizá todos, equipo y entorno, se pensaron que aquello iba a ser más fácil de que lo que la tozuda realidad ha querido demostrar. Aguanta malamente los primeros asaltos, pero en el tramo final cae desplomado. Y desplumado. Si le gripan la moto en la que se mueve por la cancha, no tiene más recursos y dispone de cincos valiosos, pero parece sencillo cerrar el suministro de balones sobre ellos o atosigarles con ayudas cuando el balón entra ahí. Desorganizado. Lafayette, Fogg (los bases rivales siguen abusando del cuadro de Miribilla) y Suárez son mucho físico para gente aún tierna como la que en muchos momentos llevó el peso de las operaciones.
Un 16-0 en el tercer cuarto, desde el sofá, puso la proa al partido por parte costasoleña. En un partido caótico en varias fases, las 17 pérdidas del Bilbao (que permitieron 22 puntos locales) y la intensidad que empleó el Unicaja según avanzaban los minutos, dejaron el debate en un sólo color: el verde. Desde que ganaron al Barça e iniciaron la travesía continental, el 19 de octubre, los vizcaínos llevan un ruinoso 1-6, en varias ocasiones con desventajas que se ensanchan sin límite. Estabilizar un quinteto y parar la hemorragia del rebote ofensivo (esta vez consintió 19) también parece una misión para audaces. El Unicaja también sufrió intermitentemente desconexiones, precipitaciones en el tiro y endeblez defensiva, nada que ver con el de enfrente eso sí, lo que aprovechó Mumbrú para sostener a su equipo.
El 43-48 hacia caminar hacia un conato de igualdad pero entonces llegó el 16-0 y el pico de intensidad defensiva verde. Suárez, brillante en la fontanería, se produjo un esguince y Smith vio técnica, aunque el marcador navegada por un 69-55. Todo fue coser y cantar desde el minuto 25. Fogg se hinchó a tirar sin una mano delante. El Bilbao no anotó en el período decisivo hasta el minuto siete.