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ATLETICO 1- DEPORTIVO 0

Con gol de penal, el Atleti acorta las distancias

Un gol de Gameiro tras un discutido penalti le dio el triunfo al Atleti ante un Depor valiente, que mereció más. Debut de Isaac. Los rojiblancos, a nueve puntos del Barça.

MadridActualizado a
Saúl felicita a Gameiro por su gol al Depor, que supuso la victoria del Atlético.
Denis DoyleGetty Images

Descifró pronto Seedorf el tetris del Cholo. Sólo necesitó paciencia, doce minutos y una espalda, la del nuevo. Porque había resuelto Simeone lo de las bajas con cantera y un sistema, 4-3-1-2, que liberaba a Koke detrás de los puntas mientras, a su espalda, en el lateral derecho, se estrenaba otro chaval con Simeone, el vigésimo en hacerlo, Carlos Isaac, llamado a tapar el agujero que siempre le provoca que Juanfran y Vrsaljko se lesionen a la vez. Un marrón. A su espalda intentó el Depor hacer butrón.

Empezó valiente el chico, atrevido en ataque, aplaudido a rabiar por la grada en los momentos en los que Koke no le quitaba los focos. Y eran pocos. Koke, en el domingo a juego con su apellido, en los primeros minutos estuvo de resurrección, aunque luego se diluyó. Esa brújula a punto para Gameiro y Correa, que iba variando su posición, ora arriba, ora en la mediapunta. Ese disparo lejano que voló a la portería de Rubén con sonido de amenaza nuclear mientras Çolak cometía una herejía, mover el ramo de Pantic al ir a lanzar un córner, y el himno del Wanda Metropolitano era ese grito: “El escudo no se toca”. Ha regresado fuerte.

No así Correa, tremendamente errático, que no dejaba de perder balones ante un Depor cuyo plan era tan clásico como fiable: las contras. Ya por una pérdida suya, ya por la espalda de Isaac, Lucas Pérez buscaba su gol perdido en el Wanda Metropolitano siempre por la derecha. Tres veces lo intentó, con el pie, la cabeza, con asistencia, y las tres se topó con lo mismo: los guantes de Oblak. Memorable fue la primera. Porque un error infantil de Savic le dejó mano a mano ante el esloveno que ni nervioso se puso. Sacó la pierna y repelió el balón con la facilidad con la que se quitaría una brizna de hierba del hombro.

Apretaba y crecía el Depor ante un Atleti que se iba desordenando, contra a contra, hasta que Mosquera, en una falta lanzada por Gabi, agarró en el área a Saúl, que caía exagerando ante el agarrón, que lo hubo, aunque leve existió, y un silbato detenía todo cántico. Era del árbitro. Penalti. Gameiro lo metió. El Depor no lo acusó.

Siguió con ganas, descosiendo al Atleti en sus transiciones rápidas, en ese buscarle constante por la derecha. En los minutos que le quedaban a esa primera parte y en los primeros de la segunda. Aunque algo había cambiado la caseta. El Atleti había hormigonado su derecha. Gabi se multiplicaba. Hacía lo suyo con un ojo en lo de Carlos Isaac. Con sus ayudas le fue cegando el túnel que Lucas se había hecho a la espalda del chaval.

Diego Costa

Sería el primer cambio del Cholo. En el 63, se fue ovacionado mientras su posición la ocupaba Thomas. Costa ya estaba en el campo. Dos minutos después tocaba el primer balón y un misil se iba rozando uno de los palos de Rubén con el sonido de antes, el de amenaza nuclear. No había achicado el cambio a un Depor valiente sostenido en Adrián, ante un público que no olvidó tanto que dio y le ovacionó, y en las pérdidas de Correa, desesperante. Dos veces pudo llevarlo al marcador pero en una se topó con la cara de Godín y en otra Lucas alcanzó a Borja Valle que se escapaba en una contra para arrebatarle el balón, limpio, en el balcón del área y en una carrera antológica, demostrando otro partido más cuál era el bueno de los Hernández.

Seedorf siguió buscando el empate, cambio a cambio, pero su equipo se fue desdibujando mientras un miedo, a más lesiones, sobrevoló el Metropolitano. Por los gemelos subidos de Thomas, cambiado y Saúl en el lateral. Por un golpe de Lucas en el pie. Por otro de Oblak en el pecho. Aunque todos los espantó un último disparo. Era de Torres, que media hora había pisado el césped para volver a deshacer el Metropolitano, que sigue despidiéndose, por si acaso, cada vez que le ve. Este balón, ese último, se fue fuera, mientras el Depor que tanto había dado y más mereció caía derrotado sobre la hierba.