A Lyon, por Copenhague
El Atleti vuelve hoy a la Europa League cinco años después de ganar el titulo de 2012. El Copenhague, rival. Simeone sin Costa pero con Godín.
El Atleti aterrizó ayer en Copenhague, que lo recibió a las 16:30 con una bofetada de frío sobre sus chándal grises. Copenhague, regreso del Atleti a la Europa League. Copenhague, primera parada de un nuevo camino: el Road to Lyon.
Hacía cinco años que los jueves en Europa no eran de fútbol para los del Cholo. Siempre martes, o miércoles. El Qarabag, es curioso, ha sido piedra para los dos equipos que hoy, en el Parken, se miden. Al Copenhague le empujó a la Europa League por la diferencia de goles en la fase previa de la Champions. Al Atleti por dos empates en la fase de grupos.
Para los rojiblancos esta será la segunda vez de su historia sin superar esa fase. La última que le pasó acabó en título. El que levantó Antonio López, Hamburgo, 2010. Un espejo. Hoy a siete euros en las apuestas se paga la victoria del Copenhague. Lo que más.
Un Copenhague que recibe en crisis de resultados (4º en liga): hoy Solbakken perderá en el centro a Zeca, puntal. A cambio, arriba, recupera a otro, Santander, varios meses lesionado. Apunta a titular junto a Sotiriou, pichichi. Fischer es carta de banquillo. Toda opción danesa pasa por este trío de botas.
Las de Simeone por su delantera pre-Costa, que se quedó en Madrid, problemas en el sóleo. Griezmann y Gameiro se llaman sus hombres. Y Godín, ante quien una vez más sólo hay que aplaudir: diez días después del golpe de Neto recibió el alta. Hoy será titular. También Juanfran, también Lucas. En el centro la apuesta será Thomas (y no Gabi), en la banda Correa (y no Vitolo). Ellos, y Oblak, por supuesto, que Simeone no medita más rotar en su portería.
Ellos, los que miran a Lyon mentón alto. “Dejarse llevaaar suena demasiado bieeen,” que dice esa canción de Vetusta Morla, la mejor de la historia del indie español. Copenhague se titula, también. Porque tiene la Europa League caminos menos habitados que la Champions, pero al mismo sitio llevan, al fin y al cabo. Un título. Y cuando se van a hacer cuatro años sin hincarle el diente a ninguno, las sardinas saben a caviar. Y lo son. Que a Neptuno le entra frío, tantos años sin bufanda.
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