Tenis | La contracrónica

Gracias por ser español

Como no podía ser de otra manera, Rafa Nadal se convirtió en el héroe de la quinta Ensaladera tras remontar a Del Potro en un partido antológico. Sevilla vibró como nunca en una victoria enaltecida por la grandeza del rival y de su hinchada.

Héroe. No hay nadie más español que Rafael Nadal Parera. Pero él parece un marciano. Suena la banda sonora de Rocky justo antes de que España recoja la quinta Ensaladera de su historia, todas ellas en los últimos once año, y uno se lo imagina subiendo los escalones rumbo al Museo de Arte de Philadelphia, llegando a lo más alto. Al fin del mundo. Qué tenista de época, qué excelso competidor, qué espíritu de deportista. De Nadal se contarán leyendas cuando pase el tiempo. La diferencia es que todas serán ciertas. Nadal, el guerrero, es el héroe en superar contrariedades. Otra gesta, otra Copa Davis, otro momento de gloria. Dan ganas de no verlo perder jamás, de quedarse con esa imagen de ganador, con ese salto con el puño alto. "¡Vamos Rafa!", le gritó Sevilla. Y Nadal volvió a hacerlo. Diez Grand Slams, un oro olímpico, tres finales de Davis ganadas, cuatro en términos absolutos. Demoledor, único. Marciano, pero español. Nuestro Braveheart. Debería ser inmortal.

Grande Delpo. Esas lágrimas no fueron las lágrimas cobardes de Mar de Plata en 2008, las lágrimas de un tenista que se supo superado por la presión, débil, fallón en la cita más importante de su carrera. Las lágrimas de Juan Martín Del Potro consolado por su equipo, por su país, eran pura pena. Sentimiento sincero. Su gesto, abalanzándose absolutamente derrotado sobre Nadal, roto al otro lado de la red, el lado perdedor, dignificó la final. Delpo no ha podido, pero ha llevado al límite a dos tenistas casi insuperables en polvo de ladrillo, como les encanta decir a los argentinos y nos encanta escuchar a nosotros. Ha dejado un tenis de altísima escuela. Una derecha que es una piedra, un revés cruzado a dos manos que convierte la bola en un misil cuando bota en la superficie. Del Potro está de vuelta para el tenis. En condiciones, es un Top-4 mundial. En Sevilla ha redimido sus pecados con Argentina. Ahora le toca volver a empezar. El reto de Argentina, en la que probablemente no seguirá Tito Vázquez (su recambio será Martín Jaite) empieza el año que viene en Alemania. También sobre tierra batida, polvo de ladrillo... Aguante, Argentina.

Sevilla talismán. Es una coletilla clásica, pero no se gasta porque no falla. Esta vez lo ha tenido más difícil que nunca. La barra argentina se lo ha dejado todo, nos ha hecho vibrar incluso a los españoles, ha levantado a sus tenistas. Pero al final sucumbió en la tierra y en la grada. 27.700 espectadores vieron la final. Vinieron de toda España y se reunieron en La Cartuja, un recinto atípico, gigantesco pero también familiar. Y debió resultar diferente, porque Rafa Nadal dijo que es lo más especial que se encontró en su carrera. Felicidades, Sevilla.

La felicidad.En ocasiones, cuando se toca tanto la gloria se pierde perspectiva. No se valora. Pero que esta generación de deportistas no se canse de ganar no significa que no se beban enteros los éxitos. Lo dijo Nadal en la sala de prensa, cuando cientos de periodistas lo miraban hipnotizado. Tal vez por eso se toma un descanso. El año que viene su Davis será ganar el oro olímpico en la verde hierba del All England Tennis Club. Ganar allí nos parecía otro planeta. Él se vistió de blanco inmaculado y nos la trajo. Y Nadal, después de ganar el oro, volverá a la Davis. En cuerpo o en alma. Porque es inmortal. Gracias por ser español.

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