Argentina se pone canchera y también juega el otro tenis

Es una idiosincrasia especial, seguramente imposible de entender si uno no se mete en su psyques, el funcionamiento de su mentes. Argentina muere cuando se viste de albiceleste. En fútbol con sus escuelas variadas y sus dos Mundiales. En rugby con sus Pumas. En hockey patines con sus cuatro mundiales y en baloncesto con esa selección que fue oro olímpico en Atenas 1996 y que se ha reunido este verano quince años después para, en un último baile, clasificarse para Londres 2012. Argentina nunca se da por vencida. Y si hace falta enreda. En eso, si intuye una inferioridad teórica, también es maestra.

Tito Vázquez se vistió de cordero el sábado nada más empezar a entrenarse en Sevilla. "Venimos como venimos, con nuestros problemas. Y ellos son los mejores". Aclarado que España debía coger la bandera, ser favorito, el equipo argentino ha ido goteando quejas por el camino. Primero, el contraluz que se producía por los huecos que dejaba la cúpula que se ha instalado en La Cartuja. Luego la pista, excesivamente lenta para el equipo sudamericano. Más tarde, los inesperados cambios en la ubicación de la afición. Según Clarín, que envía dos redactores al evento, 530 argentinos serán colocados 14 filas más arriba del lugar asignado al principio. Sus abonos, además, son entre 60 y 70 euros más caros que los vendidos a la afición local. La última queja han sido los controles sorpresa que pasaron Del Potro, Nalbandián y Mónaco a las 6:45 horas. Schwank se libró, pero Del Potro mostró su malestar implícitamente en la sala de prensa y Tito Vázquez calificó el horario como "fuera de lugar". Argentina va de víctima, es evidente. Pero esperen a verlos hoy, lobos en el polvo de ladrillo.