Tenis | Copa Davis

"Rafa es Rafa, el mejor del mundo sobre tierra"

El equipo español arropa a Nadal, que ya se entrenó en La Cartuja.

De los diez graditos del sureste de Londres, la península de Greenwich y el cemento azul bajo techo del O2, al agradable solecito del norte de Sevilla y la tierra batida bajo la cubierta del estadio de La Cartuja. "Si siguiese así, podríamos jugar al aire libre", susurra Rafael Nadal a David Nalbandián en el intervalo que separa los entrenamientos vespertinos de España y Argentina.

La final de la Copa que lleva el nombre de su creador, Dwight Filley Davis, ya se juega en Sevilla. Y el foco, por supuesto, está en Nadal porque Rafa es mucho más que un tenista ganador de diez Grand Slams, un oro olímpico y tres Davis. Mucho más que un recientísimo ex número uno del mundo. Nadal es estandarte deportivo de un país que ha mirado con extrañeza ciertos gestos de desánimo en Londres. Su carrera, todo voluntad y superación, ha chocado con estas declaraciones: "Me veo con un poco de menos pasión por el juego".

Pero ahí está Sevilla para darle cariño. Nadal aterrizó poco antes de mediodía y se fue directo al céntrico hotel Colón, clásico de los taurinos. Llegó mientras sus compañeros se entrenaban. Feliciano peloteó con el sparring Marc López en la pista de entrenamiento y Verdasco con Granollers en la principal. Luego los dos zurdos corrigieron movimientos con Albert Costa y Berasategui. Verdasco le mandó un mensaje a Nadal, que estaba aterrizando: "No ha tenido un buen Masters, pero Rafa es Rafa, el número uno de España y el mejor del mundo sobre tierra". Con más o menos pasión, pero con profesionalidad, Nadal se entrenó por la tarde. "Para ser el primer día, la pista está perfecta", aprobó el capitán Albert Costa. El soberbio recinto, 22.000 plazas ampliables a 28.000 si el papel de ese primer aforo se agota, impresiona.

Del Potro. "Gracias por vuestro esfuerzo", agradeció Nadal después de la sesión a Juan Ignacio Zoido. El alcalde de Sevilla quiso acompañar en el primer día de Nadal, viejo compañero de partidas de play-station de David Nalbandián, líder espiritual de un equipo argentino que ha desembarcado en Sevilla con ciertas ilusiones. La albiceleste ha observado con interés los titubeos de Nadal en el Masters. Admite su inferioridad, pero cree. Juan Martín del Potro, gigantesco, pelotea mientras de reojo mira a Feliciano, el españolito que le convirtió en villano para su país en Mar de Plata en 2008. Y eso no se olvida. Ya está aquí la pasión de la final de la Davis.

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