Tenis | La intrahistoria

Una lesión que pudo valer el Grand Slam

En Australia, Nadal tuvo que retirarse debido a su eterna lesión de rodilla. Tomó precauciones, se vio obligado a evitar algún torneo habitual, no jugó ni el Godó ni la Davis y probó un tratamiento en Vitoria. Así llegó a tope a Nueva York.

paulino oribe

El año pasado, en las semifinales que perdió contra Juan Martín del Potro en Nueva York, Rafa Nadal no lograba elevar su servicio a más de 150 km/h. Sufría una rotura abdominal de tres centímetros. Antes, había tenido que parar dos meses y medio, tras Roland Garros, para recuperarse de una tendinitis en el tendón cuadricipital de sus dos rodillas. En 2008, semifinales con Murray, llegó cortocircuitado mentalmente tras una temporada agotadora que le llevó a encadenar los títulos de Roland Garros, Wimbledon, la consecución del número uno, el oro olímpico en Pekín y el viaje a la semana siguiente hasta la Gran Manzana.

Tierra.

Había que aprender, tomar medidas, porque el cuerpo enviaba señales más que preocupantes. En Nueva York nunca aterrizaba con garantías, su físico le pasaba factura siempre por la agotadora temporada de tierra.

"No quiero cometer los errores del pasado", advirtió antes de comenzar el año. En el Abierto de Australia, en enero, tuvo que retirarse en cuartos: nuevos problemas con las rodillas. Había que hacer algo. De acuerdo con su equipo, decidió racionalizar su calendario y buscar una solución para la tendinitis, que iba camino de convertirse en crónica.

Así, se perdió por la lesión dos torneos a los que solía acudir, Rotterdam y Dubai, y sacrificó Barcelona, la primera ronda y los cuartos de Copa Davis contra Suiza y Francia. Ya eran cinco semanas menos de las que jugaba otros años. En NY aterrizó con 59 partidos y cinco títulos.

Entre Wimbledon y el US Open descansó cinco semanas y aprovechó para ponerse en manos del doctor Mikel Sánchez. De Londres, viajó directamente a Vitoria, a la Clínica USP La Esperanza (curioso nombre para quien buscaba una solución que le ayudara a alargar su vida deportiva).

Renuncia.

Entre Montecarlo y Roma, renunció al Godó y probó una primera inyección de plasma autólogo rico en factores de crecimiento (del propio paciente, centrifugado y enriquecido) en su rodilla izquierda. Le fue bien. Y decidió completar el doloroso tratamiento (tres infiltraciones en cada rodilla) antes de la gira americana. En Nueva York no se ha quejado y ha estado rapidísimo. Paradójicamente, la tendinitis, que amenazaba su carrera, le ha ayudado a racionalizarla. Quizá haya dado con la llave que le lleve a ser el más grande.

Lo más visto

Más noticias