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De todas las cosas sorprendentes que dijo Xavi Hernández en su anuncio hay una que no me quito de la cabeza: esa de que ser entrenador del Barça es desagradable y cruel. Me recordó, salvando todas las distancias, al día en que cierto profesor de física me preguntó por las características de los electrones y yo le contesté que los electrones tienen, ojo al periscopio, unas características que los caracterizan. “¡Claro que sí!”, me respondió él. “¡Y unos colores que los colorean!”. Pues esto de Xavi viene a ser un poco lo mismo por cuanto tiene de obviedad, amén de otras consideraciones difíciles de analizar en tan poco espacio: necesitaría tantas páginas de este mismo periódico como para empapelar una cocina.

Digo que me parece una obviedad esta queja concreta de Xavi porque pocos mejor que él conocen los entresijos de este negocio, las espinas inherentes al cargo, las peculiaridades del club. Al fin y al cabo, su debut en el primer equipo se produjo de la mano de un Louis Van Gaal a quien los guiñoles de Canal + representaban con una cabeza de ladrillo caravista. ¿Aquello no le hizo sospechar? Con razón hay técnicos que necesitan integrar en sus equipos de trabajo a un ejército de analistas, drones, sensores de movimiento, programas informáticos, espías, zapadores, oftalmólogos, druidas y confidentes apenas para confirmar lo que solo a simple vista debiera parecer evidente.

Pues claro que es cruel entrenar al Barça. Y desagradable, especialmente cuando uno se rodea de personas que solo te dicen aquello que quieres oír: “Todo está bien, máquina; la culpa es de la Prensa, que ni sabe, ni entiende, ni escucha; con lo que tú has sido, tete”. Solo así se puede entender la obsesión de Xavi con el entorno, la necesidad de reconocimiento más allá de los méritos contraídos y una cierta incapacidad para asumir el peso de su propia leyenda. ¿O acaso esperaba un menor grado de exigencia por haber sido quien fue? No es así como funciona el Barça. Y quizás nadie se lo advirtiera porque a todos nos pareció una obviedad. A todos menos a él, precisamente, que es el Barça cuando uno sueña con la grandeza del Barça.