Vinicius: fútbol y decencia
Partiendo de la base de que el Madrid careció del fútbol suficiente ante el Mallorca y que el equipo de Aguirre planteó tácticamente el partido como le interesaba, conviene hacer algunas reflexiones sobre lo sucedido con Vinicius y la actuación arbitral, no porque ésta fuera responsable directa de la derrota blanca, sino por lo que supone lo acontecido para el panorama general de nuestro fútbol.
Cualquiera que estuviera viendo el partido pudo advertir que Maffeo salió desde el inicio a mortificar y acosar al brasileño. El recital de roces, toques, burlas, improperios, simulaciones y provocaciones del mallorquín fue deleznable, más propio de un acosador de patio de colegio que de un futbolista profesional. Su actuación, disfrazada interesadamente por muchos en lo que llaman el otro fútbol, mancha el esfuerzo limpio que hacen otros defensas compañeros de profesión. Allá Maffeo si quiere pasar a la historia como un macarra, pero este deporte no debería permitir que esa manera de comportarse en un campo pueda ser considerada normal.
Y ahí entra la labor del juez, Hernández Hernández, que al parecer confesó después que había sido el partido más difícil de su vida, demostrando que estaba tan condicionado y abrumado que no se dio cuenta de lo que pasaba, llegando a amonestar a la víctima y cayendo en el engaño del tramposo. Si los árbitros no cortan ese matonismo y si los propios futbolistas admiten el comportamiento pendenciero como parte del juego, mal vamos. Vinicius tiene que cambiar alguna actitud, pero es la víctima, porque si Maffeo es un héroe en los colegios, apaga y vámonos.