Vingegaard está en otra dimensión
La primera vez que Jonas Vingegaard ganó el Tour de Francia, en 2022, generó poca devoción entre los aficionados. El principal argumento en su contra era que se había mostrado poco durante el resto de la temporada. Los ciclistas de un solo mes ya están pasados de moda. También se cuestionó su éxito, porque su rival, Tadej Pogacar, había carecido de un equipo tan potente como su Jumbo. Todo estaba listo en 2023 para la gran venganza de Pogacar, arropado por un reforzado UAE, pero mira tú que sucedió lo contrario. Vingegaard volvió a coronarse en París, sin discusión, pese a los repetidos intentos del inconformista esloveno, que atacó hasta en los Campos Elíseos, de manera tan espectacular como infructuosa. El danés no sólo dominó la Grande Boucle, sino que para acallar las críticas, y para subirse al carro del ciclismo moderno, sumó 15 victorias durante todo el curso, a las que no añadió la Vuelta a España simplemente porque no quiso.
En el escaso calendario cubierto este año, el bicampeón del Tour lleva el mismo camino. O incluso, mejor. Tras dominar con férrea pedalada O Gran Camiño, igual que en 2023, aumentó la apuesta en una ronda del WorldTour, la Tirreno-Adriático, que se ha adjudicado con autoridad con dos brutales zarpazos en las dos etapas más exigentes, el viernes y el sábado. El primero de los humanos, por cierto, ha sido Juan Ayuso, que ilusionó con su triunfo en la crono inicial, pero sucumbió ante el campeonísimo del Visma en la montaña. Hace un año, el danés eligió la París-Niza, pero tuvo que doblegarse ante Tadej. La cosa le ha salido mejor en este 2024. Hay un avance. Y tiene pinta de que sus exhibiciones no acabarán aquí. Vingegaard ha alcanzado una dimensión colosal. Ahora no se otea ningún rival que le pueda toser en una carrera por etapas. Quizá Pogacar. O ni siquiera él.