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Valverde puede irse tranquilo

Alejandro Valverde terminó sexto el Giro de Lombardía, con el brazo en alto. Hay que tener mucha clase para poner ese cierre a su carrera, a los 42 años, en una de las clásicas más duras del calendario, en uno de los cinco Monumentos. El murciano no ha bajado del top-6 en sus últimas cuatro competiciones. Eso resume el nivel de Valverde, que ha ganado mucho, muchísimo, con 133 victorias en su palmarés, pero que, sobre todo, ha estado siempre en la pelea. Hasta el último día. Un bello tributo a su despedida, al margen de su competente actuación, ha sido el nivelazo mostrado por el ciclismo español, con dos ciclistas en el podio y otro en el top-5. Enric Mas, brillante, acabó segundo en un pulso directo con Tadej Pogacar, que inscribió su nombre por segunda vez en la clásica otoñal. Mas fue el único que resistió las andanadas de Pogacar, a quien incluso lanzó varios arreones. Ni siquiera se rindió ante la velocidad de su oponente en el esprint. Mikel Landa completó el cajón en el tercer peldaño. Y también destacó Carlos Rodríguez, quinto. El Bala se puede ir tranquilo.

Los acompañantes en su despedida son muy simbólicos. Valverde era el último superviviente de una generación de oro que lució con Contador, Purito, Samuel, Freire, Pereiro… Mientras ellos se bajaban de la bici, Landa, de 32 años, y Mas, de 27, lideraban el exigente relevo con podios en las grandes. Sus prometedoras eclosiones no se confirmaron del todo si los comparamos con sus antecesores, pero siempre han mostrado un gran nivel internacional, como ha verificado Lombardía. La presencia de Rodríguez es otra cosa. Es el futuro que ya es presente, a sus 21 años. Igual que Juan Ayuso, de 20, que cerró el curso tras su podio en La Vuelta. Con Valverde se va el último gran campeón, pero lo hace contento. Ha rebosado clase hasta el final. Y deja al ciclismo español muy vivo.