Union SG: un campeón a base de juventud y hambre
El ganador de la última liga belga practica un fútbol directo y de ritmo alto.

El vínculo con el Brighton fue clave para que este histórico equipo de un barrio de Bruselas pasara de la tercera división a ganar el título en primera en una década.
Un cuento de hadas en realidad menos
Que el Union Saint-Gilloise ganara la liga belga la temporada pasada noventa años después de su título anterior se escribió como una historia romántica. Es indudable que el club conserva un aroma tradicional y que está muy conectado con la vida social de su barrio, pero también lo es que esta hazaña no habría sido posible sin la inversión de Tony Bloom, el presidente y máximo accionista del Brighton inglés. Cuando ambos clubes se clasificaron para disputar competiciones europeas en verano de 2023, Bloom redujo su participación en el Union, cediendo el testigo como propietario principal a Alex Muzio. En cualquier caso, las bases del proyecto estaban sentadas, y la entidad había conseguido ya pasar de la tercera categoría del fútbol belga a competir por el título en primera en menos de una década. Su modelo de gestión es parecido al del Brighton: apostar por jugadores jóvenes que posteriormente se revalorizan y generan grandes ingresos. Victor Boniface es el mejor ejemplo de ello: fichado del Bodo/Glimt en 2022 por seis millones y vendido al Leverkusen doce meses después por casi 23. La conexión con el Brighton también ha permitido el trasvase de futbolistas de un lugar a otro, con Deniz Undav y Kaoru Mitoma como ejemplos más notables.

El precio del éxito: se fue el entrenador
El hombre que dirigió al equipo desde el banquillo en la histórica campaña del título de liga fue Sebastien Pocognoli, pero ya no se encuentra en el club. En julio de 2024 fue nombrado técnico del Union para sustituir a un Alexander Blessin que se había marchado al St. Pauli. Fue una elección arriesgada, porque Pocognoli no había entrenado nunca en el fútbol profesional. Pero triunfó y el mes pasado llamó el Monaco a su puerta para reemplazar a Adi Hütter y se lo llevó. Y el Union repitió la misma estrategia (que es la que sigue también el Brighton): apostar por la juventud y el hambre. El elegido esta vez para guiar la nave ha sido sorprendente: David Hubert, un técnico que había arrancado la temporada en el OH Leuven y que lo tenía penúltimo en la tabla en el momento de su fichaje por el equipo de Saint Gilles. El curso pasado había dirigido al Anderlecht durante unos meses, pero fue destituido en marzo. Pese al estupor que causó la decisión, no ha arrancado nada mal: de los cinco partidos que ha dirigido, ha ganado cuatro y sólo perdió 0-4 en Champions contra el Inter.

Poderío físico en ataque
Hubert ha usado un sistema 3-4-1-2 en todos los partidos desde que llegó. Es el mismo dibujo que utilizaba Pocognoli, por lo que la plantilla no ha tenido que adaptarse a una nueva estructura. Quizá la gran variación la podemos encontrar en la elección de los delanteros. El anterior entrenador optaba por la pareja formada por el ecuatoriano Kevin Rodríguez y por el canadiense Promise David, ambos muy poderosos físicamente y de gran altura. Hubert está rompiendo en los últimos encuentros esta dupla dándole más protagonismo al suizo Marc Giger, que hasta el mes de enero pasado jugaba en la segunda división de su país. Por detrás de los puntas se ubica el talentoso Anouar Ait El Hadj, autor de un golazo memorable en la histórica victoria en la primera jornada de la Champions en el campo del PSV (1-3). Pero en toda la plantilla es común la filosofía de fútbol vertical y ritmo alto: los jugadores se fichan siempre pensando en desarrollar esta idea de juego.
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