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Esta España es peor en todo

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El período de gracia que se le concede a todo entrenador (seleccionador) nuevo acabó abruptamente en la cuna del fútbol. Lo que el partido ante Noruega insinuó quedó sobradamente constatado frente a Escocia. Esta España, ahora mismo, está en fase de descomposición y no de renovación. El desánimo que produce alcanza a todos los niveles del juego, irreconocible en su idea. Ya la alineación sonó mal, no por los nombres en sí, sino por cambiar hasta a ocho jugadores cuando para construir es necesario dar cierta estabilidad. Fue una decisión alineada más con la política de descansos y de contentar a todos que con el arraigo futbolístico. Pero lo peor fue de nuevo la fragilidad defensiva, la limitada creatividad con el balón y la timidez general de la propuesta de Luis de la Fuente. Hasta la fecha, los retoques propuestos por el flamante seleccionador han ido dirigidos a remolonear en la presión, retrasar el bloque y cargar con más ahínco el área rival. Los dos primeros conceptos resquebrajan más la tocada credibilidad de España, que no es un equipo hecho para defender el área por más que junte a David García, Íñigo Martínez o a cualquier otro. Ese 1-4-4-2 timorato en fase defensiva fue una pasarela para las acometidas de Escocia y las llegadas desde atrás de McTominay. Con muy poco los de Clarke pusieron en evidencia a España. Ni el aire accidental del primer gol por el resbalón de Pedro Porro ni el declive indiscutible de Carvajal disimulan el destructivo rendimiento español.

En ataque tampoco estuvo nada afinada España. De la Fuente volvió a repetir el 4-1-4-1 en fase ofensiva, que corrigió con la entrada de Aspas para formar con 1-4-2-3-1. No fue un problema de dibujo y sí de ideas y falta de profundidad. La posesión de España no incomodó a Escocia porque fue lenta. Todo pese a que los de Clarke no se protegieron bien en los centros laterales y merecieron el castigo de un estupendo Joselu en el área. El delantero volvió a ser la mejor noticia, pero lo que debería ser un recurso parece que se ha convertido en la piedra de Rosetta. España ha empobrecido su fútbol así, sin pesar los interiores del todo y sin terminar de irrumpir los extremos. A Ceballos siempre le sobró un toque, a Oyarzabal y Pino les pasó por encima el partido y la entrada de Nico Williams aparentó más que resultó. Tampoco Aspas aportó, otra vez desactivado, como perdido. España fue en Escocia un equipo menor, sin rumbo ni dirección, que salió malparado con todas las de la ley. El Mundial no fue bueno, pero estos dos partidos clasificatorios han ido todavía a peor.

A la espalda de los medios

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No solo por los costados hizo daño Escocia, también con las apariciones por dentro de jugadores como Christie. En este caso se intercala por detrás de los centrocampistas españoles sin que la defensa apriete. Tiene mucho campo libre por delante.