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Una Croacia motivada y con un Modric imperial

Lograr ser campeones por fin. Croacia no sólo perseguirá hoy el primer título de su historia. Además, buscará triunfar en un torneo europeo, un ámbito geográfico que hasta ahora se le ha dado peor que los Mundiales. En las Eurocopas, lo más lejos que ha llegado ha sido a los cuartos de final (1996 y 2008). En su época más gloriosa, la que ha liderado Zlatko Dalic desde el banquillo, se ha quedado en octavos tanto en 2016 como en 2020. Lo que entre el público español se vive como algo menos trascendente ha desatado un auténtico fervor popular en el país balcánico. En las semifinales, el desplazamiento ya fue masivo. En la final se espera que, en las gradas de Róterdam, sus hinchas ganen por goleada. Poder gritar que son campeones de un título oficial organizado por una gran confederación en categoría absoluta les motiva extraordinariamente, sobre todo si tenemos en cuenta que ni Yugoslavia lo pudo conseguir cuando todas las repúblicas estaban unidas. Ese factor emocional también pesará hoy, ya que los jugadores comparten la excitación de su hinchada.

El Dalic más intervencionista. Se ha acusado a menudo al seleccionador croata de tener poco porcentaje de mérito en los triunfos de su equipo, calificándole de mero gestor que permite brillar a sus figuras. Lo cierto es que en el triunfo de semifinales ante Países Bajos, en el que su equipo fue superior especialmente en la segunda parte y en la prórroga, tomó varias decisiones de impacto. Ubicó a Perisic como lateral izquierdo —teniendo a dos especialistas puros en esa posición, Sosa y Barisic, en el banquillo—, intentó poblar al equipo de centrocampistas para conservar su ventaja —metiendo a Majer y a Vlasic de refresco— y, cuando le empataron, reorganizó el sistema para regresar al 4-2-3-1 anterior introduciendo a un Bruno Petkovic que acabó siendo decisivo. Ahora a Dalic se le plantea una decisión complicada por delante: ¿mantiene como nueve a Kramaric, que también jugó muy bien, o arranca con Petkovic? La realidad es que podrían empezar los dos, con el del Hoffenheim escorado a un costado y cayéndose del once Ivanusec.

La pesante ausencia de Gvardiol. El central del Leipzig, considerado como uno de los mejores del mundo entre los jóvenes de su posición, se ha perdido esta final four por lesión. Si a esto le sumamos que Dejan Lovren se retiró de la selección tras el Mundial, Croacia está teniendo que formar con una pareja completamente diferente a la que alcanzó el tercer puesto en Qatar. El veterano Domagoj Vida ha vuelto a la titularidad para cubrir estas ausencias, y el joven Josip Sutalo, que está en el Dinamo de Zagreb y suena para el Arsenal, fue su acompañante cuajando un gran encuentro especialmente en la defensa del área.

El inicio del relevo generacional. Dalic sabe que la vieja guardia está llegando al final de su recorrido, pero Perisic, Brozovic, Kramaric, Vida y un imperial Modric —¡qué exhibición dio el miércoles!— le siguen garantizando un alto rendimiento. Poco a poco está dando entrada a gente más joven que va a tener que coger el relevo en el futuro. Sutalo, Majer o el lateral derecho del Bayern Múnich, Josip Stanisic, son los abanderados de esta nueva hornada de Croacia.