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Un poco de Endrick es mucho

‘Camino a la Decimosexta’, rezaba una gran pancarta en el Fondo Sur del Bernabéu, un aliento y al tiempo un reclamo al equipo supercampeón por parte de su insaciable afición. El estreno de fórmula renueva el desafío eterno, que el Madrid afrontaba con su brillante BMV (Bellingham-Mbappé-Vinicius, para despistados) como fórmula intimidatoria de ataque, pero con una defensa parcheada. Corto de efectivos ahí, Ancelotti tuvo que meter en el traje de estreno de esta nueva Champions a Carvajal junto a Rüdiger en el centro de la defensa. Y el Stuttgart, nuevo en esta plaza, pareció animado a probar pronto a esa defensa. Courtois fue examinado enseguida.

Ese comienzo inquietante marcó el trazo de los primeros veinte minutos. Otra vez el Madrid deslavazado, que no sabía salir. Enfrente, un Stuttgart suelto, que atacaba agrupado, con buen pie. Ese buen juego goteaba cada pocos minutos remates a los que respondía una y otra vez bien Courtois. Poco a poco algunas acciones de Rodrygo animaron al Madrid, en el que Mbappé siempre es una amenaza. Eso dio paso a una fase de juego alterno, entretenido en su desarrollo pero inquietante para el madridismo porque el partido podía romper hacia cualquier lado. Ancelotti, preocupado, tiró del lastimado Militao para la segunda mitad.

Según se reanudaba el partido, Tchouameni lanzó a Rodrygo por la banda y su carrera terminó en centro preciso a Mbappé, que no perdonó. Todo pareció aclararse entonces, pero el Stuttgart es duro de pelar, se rehízo y alcanzó un empate inquietante. Ancelotti tiró de cambios y acertó. Modric le puso un caramelo en un córner a Rudiger que valió el 2-1. Luego siguió la insistencia del Stuttgart hasta que Endrick, entrado muy al final, puso la traca con un golazo. Es tremendo lo de este chico, que tiene el furor del novillero y un cañón en la pierna izquierda. Ancelotti nos lo va enseñando poco a poco, pero da la impresión de que a este no hay quien le pare.