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Que Guardiola tiene una tremenda capacidad de convicción es indudable, por eso es uno de los mejores motivadores del mundo, pero no pudo convencer a Bellingham para que dijera no al Madrid. Cuando el City fue a por Jude, con una oferta económica que superaba bastante la madridista, tanto para el Borussia como para el jugador, se encontró con que el chaval ya tenía decidido que quería jugar en el Bernabéu. Las gestiones con la familia Bellingham, que visitó Valdebebas y estuvo acompañando a Vinicius un día en Madrid para ver cómo sería la vida de Jude, habían allanado mucho el camino, y entonces el City tiró de su mejor baza, el discurso de Pep, un arma a la que pocos se resisten.

El contacto con Guardiola duró unas tres horas y el técnico desplegó todas las razones posibles para mostrarle al inglés que su mejor destino era el City. Tiró de razones sentimentales, jugar en su país, ante sus compatriotas, que siempre lo respetarían; económicas, la proyección internacional de la Premier es mucho mayor que la de la Liga; y deportivas, poniendo en valor que los citizens han iniciado un ciclo ganador mientras que este Madrid ya estaba terminando su época gloriosa, a pesar de lo cual, las estrellas consagradas eran titulares y le podían tapar su progresión. Después de muchas buenas palabras, Guardiola entendió que Jude había tomado su decisión y le deseó suerte, fue un caballero en la derrota.

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