Si se ha perdonado a Dembéle, cómo no se perdonará a Raphinha
El barcelonismo puede ser como generoso. De montar una pañolada descomunal a Joan Gaspart, como años después le ovaciona en las asambleas cuando toma la palabra. Si a Dembélé, que ha tardado seis temporadas en adaptarse después de costar 140 millones, y ser abucheado por un estadio que se sentía estafado ahora es un jugador que goza del indulto, cómo no se va a perdonar el ataque de orgullo de Raphinha, que se fue al banquillo jurando en arameo y que nada más acabar el partido pidió perdón a su entrenador, a Ferran Torres (que era el jugador que entró en su puesto) y pidió salir en zona mixta para que hacer un acto de contrición.
Sus números esta temporada justifican una medida de gracia ante la chiquillada que protagonizó. Pero más que los goles, le honra disculparse. No pasa mucho.