Opinión

Servir compitiendo

La Academia General Militar, la Escuela Naval Militar, la Academia General del Aire y del Espacio o la Academia Central de la Defensa no solo forman mandos; también compiten entre sí en los Campeonatos Deportivos de Academias Militares o Interacademias.

Alfredo Olivares
Actualizado a

Reconozco que pocas veces me he sentido tan “novato” en el deporte como el pasado miércoles, entrando en la Escuela de Guerra y Liderazgo del Ejército de Tierra para asistir a la IV Gala del Deporte Militar. Después de casi veinte años trabajando en el sector deportivo, descubrí una estructura organizativa, un calendario propio y hasta una cultura deportiva completa… de la que apenas había oído hablar: el deporte militar español. La Gala fue la puerta de entrada, pero lo importante es lo que hay detrás: una estructura estable de deporte militar, con su propia gobernanza, sus academias, sus campeonatos y su dimensión internacional.

Ese andamiaje se ordena alrededor del Consejo Superior del Deporte Militar (CSDM), creado por el Real Decreto 61/2018 como evolución del histórico Consejo Superior de Educación Física y Deportes de las Fuerzas Armadas. No hablamos de una oficina simbólica, sino del órgano que planifica y coordina la educación física y el deporte de las Fuerzas Armadas o la Guardia Civil o Guardia Real: fija directrices, aprueba un plan anual de actividades y da coherencia a todo el sistema.

La propia Ley del Deporte le otorga un papel definido: el CSDM debe aprobar el programa anual de pruebas deportivas militares —nacionales, internacionales e interejércitos— y autorizar tanto las competiciones militares internacionales que se celebran en España como la participación de los equipos militares españoles fuera de nuestras fronteras. Es, salvando las distancias, el “CSD” del universo Defensa, integrado en la carrera militar y en las Reales Ordenanzas: el deporte se considera una herramienta de preparación operativa, de cohesión y de transmisión de valores.

Ese enfoque se ve muy claro en el ámbito de las academias de oficiales. La Academia General Militar, la Escuela Naval Militar, la Academia General del Aire y del Espacio o la Academia Central de la Defensa no solo forman mandos; también compiten entre sí en los Campeonatos Deportivos de Academias Militares o Interacademias. Son citas periódicas, incluidas en el plan de actividades del propio CSDM, en las que se reúnen centenares de cadetes para competir en voleibol, fútbol sala, triatlón, judo, natación, tiro, esgrima o pádel, entre otras disciplinas.

Más allá del medallero interno, ahí se entrena algo que en el sector deportivo repetimos mucho y a veces concretamos poco: liderazgo, gestión del esfuerzo, trabajo en equipo bajo presión y resiliencia. Para un cadete, ganar o perder un Interacademias no es solo deporte universitario: es parte de su formación como futuro oficial.

Este sistema nacional se conecta con un ecosistema internacional muy sólido: el Conseil International du Sport Militaire (CISM). España forma parte de él desde hace 75 años y el organismo reúne hoy a más de 130 países miembros. El CISM organiza los Juegos Mundiales Militares y numerosos campeonatos del mundo por disciplina, con un lema que lo dice todo: “Friendship through Sport”. La idea es sencilla y poderosa: donde antes los países se encontraban en el campo de batalla, ahora se encuentran en la pista, el tatami o el campo de juego.

En paralelo, aparece una figura que, desde la óptica de la industria deportiva, me parece clave: el militar-deportista de alto nivel. El Ministerio de Defensa, en coordinación con el Consejo Superior de Deportes y el Comité Olímpico Español, ha desarrollado un marco específico para que determinados miembros de las Fuerzas Armadas puedan ser reconocidos como deportistas de alto nivel o alto rendimiento, con programas de apoyo y compatibilidades reguladas. Los ejemplos ya están en la élite. El cabo del Ejército de Tierra Carlos Arévalo López y el sargento del Ejército del Aire y del Espacio Francisco Garrigós compitieron en los Juegos Olímpicos de París 2024 en piragüismo y judo, logrando medallas olímpicas y siendo después condecorados por Defensa por sus resultados como militares y como deportistas. No son casos aislados: hay una lista creciente de militares y guardias civiles que aparecen en podios de campeonatos nacionales e internacionales en piragüismo, triatlón, natación, deportes de combate o pruebas extremas.

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Desde fuera, todo esto puede parecer un “nicho” del deporte. Pero, visto con ojos de gestor y abogado deportivo, el deporte militar español es un sistema completo: tiene órgano de gobierno, plan estratégico, estructura de base (academias), competición propia (campeonatos militares e Interacademias) y proyección internacional (CISM y Juegos Mundiales). Y, además, se conecta con el alto nivel civil a través de esos deportistas que demuestran, literalmente, que se puede servir compitiendo.

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