Sergio Ramos, uno de los tres
No es fácil elegir los goles que más me han emocionado en mis 55 años de socio del Real Madrid. Muchos han sido importantes por los títulos que se conseguían; otros por su belleza, como el de Zidane en Glasgow; por su significado, como el de Raúl mandando callar al Camp Nou; los de las remontadas en la Decimocuarta; pero hay tres que son con los que más he disfrutado y que tuve la suerte de ver en el campo.
El que más me emocionó fue el gol de Mijatovic a la Juventus de Zidane y Del Piero, en la final de 1998, en Ámsterdam, que supuso la Séptima. Después de 32 años de sequía, lo que sentimos los madridistas por aquella Champions, la más deseada, es indescriptible. El segundo de los goles que más alegría me ha dado fue el de Sergio Ramos en Lisboa, que, después de una mala temporada en LaLiga, nos permitió en el minuto 93 forzar la prórroga y conseguir la Décima en una final que parecía perdida. Alguien muy importante en la historia del Real Madrid me dijo antes de recibir la Copa: “Cómo cambia la vida en un minuto”. Y el tercero que más vibré fue en 1975, partido de vuelta de octavos de final de la Copa de Europa contra el campeón inglés, el Derby County. Habíamos perdido por 4-1 en el partido de ida, y el Bernabéu era el volcán de esas grandes noches. El Madrid consiguió poner el marcador 3-0, con dos goles de Roberto Martínez y uno de Santillana, pero un gol de los británicos nos volvía a dejar fuera. Marcó el cuarto Pirri en el minuto 78. Y ya en la prórroga, Santillana recibió un balón que controló con el pecho, le hizo un sombrero al defensa y sin que el balón tocara el suelo marcó un golazo con la zurda que desató la locura en el estadio, especialmente entre los socios que en esa época estábamos de pie en las gradas, detrás de las porterías. Fue la primera de las mágicas remontadas que he vivido.
El domingo pasado, frente al Sevilla, se echó de menos a Bellingham en el Bernabéu, Lunin nos recordó a Casillas frente a Robben, desviando con la pierna un balón que era gol; y volvió a su casa Sergio Ramos, que hizo un gran partido. El encuentro lo decidió el maestro que le pasó el balón desde el córner en aquel gol inolvidable, Modric, con otro gran pase, esta vez a la red, que valió tres puntos muy importantes para los blancos.