Sergio García renuncia a su legado
Cameron Smith conquistó su primer major en una edición muy especial del British Open, la 150, y en el campo más mítico, St. Andrews, la cuna del golf. Una victoria que mete de lleno al australiano en la historia de este deporte. Smith ya había ocupado puestos de honor en el Masters de Augusta, segundo en 2016 y tercero en el presente 2022, y este mismo año había ganado The Players, el considerado quinto grande, por lo que era cuestión de tiempo que lograra un título de esta categoría. Fue el mejor, por supuesto. Y se lo mereció. Pero su triunfo también dejó un poco alicaídos a los amantes románticos del golf, que deseaban la justicia poética de la coronación de Rory McIlroy, ganador del Abierto Británico en 2014, el último de sus cuatro majors. El norirlandés, que lo peleó hasta el último golpe, se ha significado mucho en estas últimas fechas en defensa del golf de siempre, liderado por el PGA Tour, frente al empuje de los petrodólares saudíes con el nuevo circuito LIV. Dos escenarios como The Open y St. Andrews eran el mejor contrapunto a la que está cayendo en este deporte.
Al otro lado de la trinchera, Sergio García anunció que abandona el European Tour porque no se siente querido, lo que depara como terrible consecuencia que no podrá disputar la Ryder Cup, donde figura con letras de oro como el europeo con más puntos de siempre. También se le cerrarán las puertas de los majors, salvo las del Masters, donde fue campeón. El contraste es enorme. Mientras Smith ha entrado en la leyenda y mientras McIlroy la preserva, el español ha renunciado de golpe al legado de este deporte que él mismo representaba. Jon Rahm, verdaderamente contrariado por el asunto, ha pedido cordura entre las partes para que todos puedan coexistir. Mientras alguien le escucha, y deberían hacerlo, Sergio dice adiós a su propia historia, que es la historia del golf.