Seleccionador Valverde

Alejandro Valverde responde sin titubear cuando se le pregunta por el momento más emotivo de su carrera deportiva: “El maillot arcoíris”. Lo dice un ciclista que lo ha ganado prácticamente todo, que ha vestido maillots de todos los colores, que ha subido a los podios de las más grandes carreras, pero que año tras año veía cómo se le esfumaba la posibilidad de colgarse el oro en una competición que parecía hecha a su medida: el Campeonato del Mundo de fondo en carretera. En su palmarés reluce el récord de medallas, un total de siete, pero faltaba el peldaño dorado para redondear su larga y laureada trayectoria. Lo logró ya veterano, a los 38 años, en Innsbruck. Y ahora, con 44, ya retirado como ciclista profesional, le llega la oportunidad de revivir aquellas sensaciones como seleccionador nacional. El último maillot arcoíris del pelotón español afronta el desafío de conquistar el siguiente, pero ahora como técnico. El murciano asegura que hay potencial para ello. Con su experiencia como motor, también será un poco más fácil.

El primer reto, sin embargo, es convencer a los principales gallos que se apunten al Mundial o al Europeo. Su compromiso con la Selección es un buen ejemplo a imitar para los nuevos valores del ciclismo, aunque confiesa que no será sencillo poder contar con todos. Su autoridad ayudará a confeccionar el mejor equipo posible. También su capacidad de diálogo y de liderazgo mirando frente a frente a quienes, hasta hace nada, han sido sus compañeros de fatigas. En cualquier caso, no es lo mismo que te pida el esfuerzo Valverde, uno de los mejores de la historia, que cualquier otro. Ese es uno de los grandes aciertos de su contratación. Si los ciclistas aportan la profesionalidad que siempre tuvo Alejandro con España, y suman la ilusión que muestra ahora por su nuevo cargo, ya tiene mucho ganado.

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