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Savinho y Bryan Zaragoza, tributo a lo impredecible

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Las últimas joyas

Lejos de buscarse coartadas, bajo la irreverencia del que se siente preparado para cualquier tipo de desafío, las eclosiones de Savinho (19 años) y Bryan Zaragoza (22) suponen una estupenda noticia para LaLiga. En tiempos donde a veces lo imprevisible está perseguido, su fútbol reivindica el valor del regate y la vigencia de los extremos de toda la vida, además de impugnar al juego hermético que algunos tratan de imponer. No estamos ante dos apariciones cualquiera por la forma en la que se expresan en el campo. Se necesitan jugadores así, encaradores, valientes y verticales, que además tengan la capacidad de entender qué hacer. Así lo demostró Savinho con el Girona en el Pizjuán, con dos jugadas que contuvieron todos los elementos que distinguen a un “talento descomunal”, en palabras de Míchel. La finta en la ocasión que le paró Dmitrovic y la conducción hacia dentro que terminó con un remate al palo fueron dos acciones de máximo nivel. Se mostró imparable como fino regateador, desquició a Navas y a Badé y participó de forma decisiva en el gol ganador de Aleix García. Abierto a la izquierda, sus cualidades se emparentan con la larga tradición de extremos brasileños y han caído de cine en un equipo cuyo gusto futbolístico le queda como un guante. Con un entrenador como Míchel, que también estuvo acertado con la entrada de Juanpe en el descanso para contener los centros laterales del Sevilla, Savinho lo tiene todo a favor para disparar su reputación. Lo que debe hacer el Girona con él es cuidarle del peligroso exceso del elogio y vigilar la gestión de las expectativas sobre su figura. Él, mientras tanto, que continúe deleitando.

Como una bala

De Savinho era difícil pronosticar este impacto tan inmediato. De alguna manera, de Bryan Zaragoza sí se podía esperar después de ver su final de temporada pasada en el ascenso del Granada. Quizá no tan rápido, pero ya se conocían todas sus virtudes. La primera victoria del Granada en LaLiga no se hubiera producido de no ser por su intervención. El gol y el penalti que provocó sustentaron el buen hacer del equipo de Paco López, con menos puntos que méritos en las dos primeras jornadas. Zaragoza aportó profundidad y verticalidad junto a Uzuni a la propuesta del Granada y dejó un amplio repertorio de regates y cambios de ritmo. Las estadísticas en lo que llevamos de competición refrendan la efectividad de sus condiciones. No en vano aparece en las primeras posiciones de jugadores con más regates exitosos (diez) y ocasiones creadas (cuatro). Un futbolista magnífico que no atiende al miedo escénico. No sabe ni lo que es eso.

Mejorar lo mejorable

Nico Williams pasó por una situación similar a las de Savinho y Bryan Zaragoza. A sus 21 años, con un tiempo ya de bagaje en LaLiga e incluso en la Selección, afronta ahora un reto, si cabe, más importante. Se enfrenta a la tarea de consagrar lo bueno que fue su irrupción y dar los pasos adecuados para no quedarse a medias. No se le pueden poner objeciones a su uno contra uno, velocidad y descaro, pero puede ofrecer más de sí. Incorporar desmarques de ruptura al espacio como hizo en la primera pena máxima que forzó ante el Betis añadirá registros a su juego que le harán ser mejor y todavía más impredecible para sus marcadores. Con los regateadores suele suceder algo muy extraño. Los defensas saben cómo regatean, pero aun así en numerosas ocasiones no pueden frenarlos. Es una contradicción asombrosa que hace del fútbol algo tan divertido. De ahí que jugadores como Savinho, Bryan Zaragoza y Nico Williams resulten imprescindibles.