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“Qué, lo de Aspas qué”

Durante las últimas semanas varias personas me han preguntado: “Qué, lo de Aspas qué, irá al Mundial o no”. Me gusta que nos interpelen a los celtistas directamente por la convocatoria de Aspas como vecinas que preguntan a madres por sus hijos en el rellano: “Qué, el Carlos qué, cómo le va en la universidad”. Recuerda un poco a cuando en rueda de prensa del Depor los periodistas le soltaban a Arsenio Iglesias un “Arsenio, qué” y el entrenador arrancaba su análisis sin necesidad de preguntas específicas. Del tema Aspas yo me pongo a hablar como Arsenio y, tras quince minutos de monólogo, puedo detectar en el interlocutor una mirada profunda de arrepentimiento, un “no le tenía que haber preguntado”.

El asunto Aspas escuece en Vigo como a una madre le escuece que su hijo no sea el primero de la clase. Con la salvedad de que Aspas sí es el primero de la clase. Lo sabemos en la grada, donde esperamos su convocatoria con verdadera convicción, y lo saben en el vestuario. Fran Beltrán decía en Carrusel Deportivo que toda la plantilla del Celta desea que a Aspas le llegue la ansiada oportunidad. Más allá de los méritos deportivos, a Iago, un auténtico fanático del fútbol, es fácil imaginárselo emocionado por Qatar enumerando estadísticas de todos los jugadores y recitando hasta el once inicial de la Selección Sub-17 de Arabia Saudí.

“Cuando los periodistas se fijan en un jugador que realmente destaca en un momento determinado, lo hacen dentro del contexto de su club. Pero, dentro del contexto de su club, ese jugador es el número uno y todos juegan para él. Marca todos los goles, no defiende”, explicaba en rueda de prensa Luis Enrique hace un mes. Sin embargo, Luis Enrique sabe que Aspas es lo opuesto a un inmóvil jugador estrella. Defiende, se despliega, baje, sube, vuelve a bajar. Esta temporada lleva un 82% de pases completados.

Luis Enrique también matizó que le gusta Aspas, pero que en el equipo no caben todos. Supongo que a veces no llega con gustarle a alguien, tienes que encantarle. A veces simplemente se produce ese fatídico “no eres tú, soy yo”. Aunque en el fútbol las subjetividades, en lugar de los méritos, se entiendan bastante menos.