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No se puede ser más campeona

Si desplegáramos aquí su extenso y variado palmarés, el espacio se agotaría antes de empezar a escribir sobre ella. Sandra Sánchez lo ha ganado todo. Ese es el mejor resumen para describir su trayectoria, a la que puso el broche esta semana con la victoria en los Juegos Mundiales, el único título que todavía no resplandecía en su historial. En la cima de ese “todo” hay que situar el oro olímpico de Tokio 2020, la joya de la corona. El destino abrió entonces una puerta que Sandra supo aprovechar. Y lo hizo, además, en el templo del kárate, en Japón. La presencia de su deporte en los Juegos ha sido efímera, entró y salió, reducida a una única edición. Por mucho que la talaverana prolongara su carrera, ya no podría volver a ser campeona olímpica, así que ha preferido echar el freno a los 40 años, que serán 41 en septiembre, una edad que en las katas aún le permitiría más mecha, pero también una edad para comenzar a pensar en la segunda parte de su vida, personal y profesional. Sandra se retira con las lágrimas de sentirse completa, realizada, feliz… No se puede ser más campeona.

Su último baile en Birmingham, Estados Unidos, colocó la última piedra de un colosal edificio, en una competición con enorme simbolismo, porque ahí se concentran aquellos deportes que no son olímpicos. El kárate ha salido de los Juegos, demasiado pronto, pero el oro de Sandra permanecerá siempre en su palmarés, y en el palmarés del deporte español, para situarla en el peldaño de los más grandes deportistas de siempre, de otras mujeres excelsas como Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Carolina Marín, Lydia Valentín, Arantxa Sánchez Vicario, Miriam Blasco, Theresa Zabell… Todavía le están intentando convencer para competir un año más, para alargar el final del camino hasta los Europeos de Guadalajara 2023, en casa, pero Sandra ya tiene siete títulos continentales… y otra vida por delante.