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No nos podemos quejar

Si Felipe González cambió de opinión sobre la OTAN, no sé por qué Xavi no puede cambiar de opinión y seguir en el Barça. Seis puntos de seis lleva desde que anunció que lo dejaba a final de temporada. Seguramente, es que tengo una visión distorsionada, pero juraría que progresamos más que adecuadamente. Lesiones, sanciones y expulsiones al margen, el de Terrassa ha ido construyendo una pauta de juego cada vez más reconocible. Balón raso y al toque, desmarque y juego combinado.

A la espera de que reconstruyan el Camp Nou, el Barça se reconstruye. Casi preferiría no fichar y conservar lo que tenemos, lo que ha salido de La Masia. No hay mejor arquitecto. Por eso cada vez que oigo al adversario gritar ‘Xavi quédate’ a modo de chanza para que hagamos lo contrario, más ganas tengo de que le hagan un contrato como a Ferguson, por 20 años al menos.

Como me he autoimpuesto no hablar más de los árbitros voy a abstenerme de comentar el enésimo atropello sufrido por el Barça. La surrealista expulsión de Vitor Roque me recuerda un chiste que contaban los que viajaban a Cuba en pleno periodo especial. Por La Habana un turista le preguntó a un lugareño, “¿Aquí qué tal vivís? No nos podemos quejar”, contestaba. “Ah, entonces ¿vivís bien?” Volvía a repreguntar el viajero. “No, es que no nos podemos quejar”, respondía. Pues eso, no nos podemos quejar.