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No diga dos unidades, diga plantillón

Una consideración recurrente en el Real Madrid ha sido la fluctuante distancia entre el equipo básico -el titular- y el suplente, hasta el punto de poner de moda uno de los términos americanos que tanto éxito han alcanzado en el deporte: la segunda unidad. En ningún equipo español, y probablemente en Europa, se ha utilizado tanto esta expresión como en el Real Madrid, sin otra razón que la fiabilidad de los titulares y la más dudosa de los suplentes. No es una observación de los últimos tiempos. Viene de lejos, pero a la vista de lo que ocurrió en el partido de Pasadena frente a la Juve se adivina un estrechamiento máximo de la distancia. Los titulares jugaron muy bien y los presuntos suplentes, también. El Madrid fue un equipo redondo.

La respuesta de la segunda unidad ha sido sorprendentemente desigual. En la temporada 2016-17, con Zidane al frente, el Real Madrid ganó la Liga y la Copa de Europa con un gran despliegue de la plantilla. Aquella temporada, regresó Casemiro y se estableció como titular, Isco jugó como nunca, Asensio apareció como trueno y Morata se ganó tal crédito que fue traspasado al Chelsea por 80 millones. Todos despegaron en la segunda parte de la temporada, jugaron con frecuencia, permitieron el descanso a los barandas y reclamaron la atención del entrenador y los aficionados. En Cardiff, frente a la Juve, Isco figuró en el equipo inicial. Gareth Bale, no.

La experiencia fue muy diferente un año después. El Madrid derrotó al Liverpool en la final de Kiev, después de un recorrido tortuoso en la Liga y en la Copa de Europa. El Madrid operó en el mercado joven español -Vallejo, Theo Hernández, Ceballos- y reclamó a varios jugadores de la cantera: Achraf Hakimi, Marcos Llorente y Mayoral. Zidane les concedió la primera mitad de la temporada. No funcionaron y desaparecieron de las alineaciones.

El Madrid llegó a la final de la Copa de Europa sostenido por la vieja generación de generales, con Sergio Ramos y Cristiano, a la cabeza de todos, y un grupo de jugadores que se acercaban o superaban los 30 años, entre ellos Marcelo, Modric, Kroos y Benzema. Excepto Marcelo, que acaba de cerrar su ilustre carrera en el Madrid, los otros tres veteranos han desafiado las leyes del desgaste de materiales y son tan capitales ahora como lo eran antes en el equipo. La duda ha pesado sobre la segunda unidad. Hasta ahora.

Con el reciente éxito en la final de París, el Madrid comienza la temporada con el viento en las velas, sin la menor señal de crisis en el horizonte y con la plantilla más compacta que se le recuerda. Los capitostes se esfuerzan como juveniles para mantener su liderazgo en el equipo y los jóvenes acercan su rendimiento al de las estrellas. Esta dinámica se apreció en una victoria cómoda sobre la Juve, con una nota muy alta de principio a fin de partido -otro aspecto que el Madrid no acababa de arreglar en las últimas temporadas- y una impresión de equipo hecho, confiado, seguro y muy largo de existencias.

Benzema, Modric y Vinicius, los mejores de la temporada anterior, fueron los mejores en Pasadena, junto a Kroos, maravilloso jugador puesto en solfa por un sector de la prensa. Cada uno de ellos ofreció lo mejor de su repertorio, que es amplísimo y variado. El que más novedades ofreció fue Vinicius. Cada vez se atreve más a participar en la delicada trama del juego, con soltura y un alto grado de precisión, abandonando su posición periférica para intervenir en posiciones más interiores. Vinicius empieza a mezclar la máxima velocidad con la pausa inteligente y las decisiones adecuadas. Su primer tiempo fue impecable.

El equipo funcionó como un reloj. En cierto modo, intimidó a la Juve, que aceptó el papel que le impuso el Madrid. Ancelotti repitió la alineación de Saint-Denis y debió de salir tan satisfecho con la respuesta de los titulares como con la de los suplentes en el segundo tiempo. Impresiona la nómina de jugadores: Rüdiger, Tchouameni, Camavinga, los incombustibles Nacho y Lucas Vázquez, dos jugadores que se resisten a capitular -Ceballos y Asensio- y el brasileño Rodrygo, que pide un puesto en el Brasil que acudirá el Mundial de Qatar. En cuanto a Hazard, es el único que por ahora permanece en el territorio de los indecisos. En Pasadena, el Madrid jugó un excelente partido, pero sobre todo avivó la competencia interna en una plantilla difícil de igualar.