Ni fútbol ni entusiasmo

Lo peor no fue la derrota, lo peor fueron “las sensaciones”, dijo Carletto después de ser superado por el quinto equipo de la potente liga francesa. El Lille fue mejor, tuvo más fútbol y, al margen del arreón final del equipo blanco, fue mejor que el Real Madrid. La diferencia respecto a otros partidos es que esta vez el resultado no maquilló el juego, porque ha habido otros encuentros últimamente en los que el rival madridista ha sido tan bueno o mejor y ha terminado derrotado. Realmente, el Madrid no ha completado un partido brillante en lo que va de temporada. Desde el inicio hay una sensación de que algo no carbura bien, de que la máquina no está engrasada a pesar de que la mayoría de las piezas son las mismas. El agujero Kroos se hace cada día que pasa más grande y no hay síntomas de que alguien de la actual plantilla lo pueda tapar. Habrá que pensar en un refuerzo que tenga esas características para la temporada que viene.

Pero al margen de la falta de juego, y quizás por esa carencia, el equipo parece también falto de entusiasmo, como si fueran conscientes de que no están para lujos. Esa conjunción que había para defender o atacar, esa chispa competitiva que antes surgía incluso en los peores momentos, ahora no sale.

El entrenador habla del rock and roll y de la verticalidad de los delanteros casi como una excusa, pero este equipo se sustentaba en muchas más cosas que la pegada de los futbolistas de arriba, que, encima, ahora no es decisiva. Hay una cierta sensación de hastío y saturación, quizás provocada también por la sobrecarga de partidos y el cansancio mental, pero eso aquí no servirá de excusa.

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