Navas tuvo la despedida que merecía
Abrazo profundo entre el sevillismo y Navas, que ayer jugaba su último partido en el Sánchez-Pizjuán. Lo que hubiera sido un partido más quedará en el recuerdo por esta despedida. Aún podría jugar en el Bernabéu, pero lo de ayer era el adiós ante su público de una leyenda del club, yo creo que la mayor leyenda de siempre, por permanencia en el tiempo, protagonismo en la época más gloriosa y campeón del Mundial y de la Eurocopa con la Selección. Jugador canterano, ejemplar, que salió un día para dejar un buen dinero en el Sevilla pero regresó, atraído por la irresistible querencia hacia su tierra y su equipo.
Todo salió bien. Desde la presentación, con sus hijos y sus copas, hasta su sustitución entre lágrimas, con el marcador en ese 1-0 que ya no se movería. Un solitario gol que llegó a la salida de un córner que provocó una jugada suya y anotado por Manuel Bueno, un canterano como él. Enfrente estaba el Celta, cuyo capitán, Iago Aspas, que le hizo entrega de unos obsequios al principio, viene a ser algo así como el Navas vigués. También salió, también necesitó volver, también ha sido elemento troncal de su equipo durante una pila de años. Un testigo simbólico para una tarde muy plena. La tarde que merecía Navas.
Y de la tarde emotiva de Sevilla a la noche emocionante de Vallecas, esa trinchera en la que es tan difícil asaltar al Rayo. Un equipo que juega y corre, sobre todo corre, por eso James no cabe en él. Se adelantó 2-0, el Madrid remontó hasta el 2-3 con mucho esfuerzo, pero el 3-3 final fue justo. El Madrid tiene cosas, pero aún no controla los partidos. No está todo lo fuerte de laterales que hoy se necesita y las incesantes lesiones no permiten dar con la fórmula definitiva. Pero Bellingham ha reencontrado el gol y siempre hay alguno más que resuelve, en este caso Rodrygo, que hizo su primer gran partido del curso.