Nadal se complica el camino
Rafa Nadal no había enlazado nunca dos derrotas en el arranque de la temporada. Tampoco había cedido jamás ante Cameron Norrie, al que dominaba por 4-0, ni ante Alex de Miñaur, al que había doblegado en sus tres duelos anteriores, hasta que ha sucumbido ante ambos en la United Cup. Si alargamos además la racha a la pasada campaña, el español ha perdido seis de sus últimos siete partidos. Visto así, el panorama de Nadal se vislumbra apocalíptico a sólo dos semanas de su defensa del título en el Open de Australia, el primer Grand Slam del curso. Pero seguramente no haya que verlo así. Sólo estamos a 2 de enero. Si la situación es preocupante o no, o si asoman indicios de una cuesta abajo sin freno, habrá que analizarlo más adelante. En esta fecha, y siempre reconociendo que se crece mejor con victorias que con derrotas, ni siquiera el propio Rafa se siente “demasiado alarmado”. Confiemos en ello.
Hace un año, con la complicidad de su equipo técnico, el balear había barajado incluso la retirada. Y luego, a pesar de los altibajos físicos, acabó la campaña con dos grandes en la buchaca. Nadal ya había advertido que se presentaba “muy justillo” a este arranque de sesión, y este martes insistió en que necesita “más batallas” para alcanzar la buena forma. El problema de perder, más que el resultado en sí, es precisamente ese, que impide coger ritmo. Las dos derrotas complican su camino en un sentido más práctico. Ahora se ha quedado sin torneos para seguir rodándose antes de Australia, salvo que se apunte a Adelaida 2, y, para colmo, su número dos de la ATP corre peligro durante este periodo, lo que podría acarrearle un cuadro más incómodo en Melbourne. Esos son los dos obstáculos reales que debe afrontar ahora Nadal. No son poca cosa, pero tampoco un cataclismo. El anuncio del fin del Mundo todavía no ha llegado.