Mbappé es la guinda del pastel

Desde las presiones de Emmanuel Macron que impidieron hace dos veranos la llegada de Mbappé al Real Madrid hay cosas que no han cambiado: el fichaje es un pelotazo para el club, para el fútbol español y para el jugador, que va a ver crecer de manera exponencial su imagen y su nivel competitivo. Lo que sí ha cambiado de manera radical es la sensación de que en este momento Kylian no viene como salvador del vestuario, sino que llega para sumar como uno más a un grupo unido que lo ha ganado todo a partir de la humildad, la solidaridad y la ausencia de egos.

Da igual la posición en la que el de Bondy vaya a jugar porque, con su calidad, puede jugar donde le pongan. Lo que tiene que tener claro desde el primer día es que ningún jugador, por crack que sea, está por encima del escudo más importante del mundo. Si llega con esa idea grabada desde el primer día, todo saldrá rodado. Mbappé se va a encontrar con un ecosistema perfecto para poder romperla desde el primer momento. Tiene grandes amigos en una plantilla joven, sin picardear y con un entrenador como Ancelotti que le va a facilitar la vida desde el primer minuto.

A partir de ahí, su clase y su calidad tienen que hacer el resto. El delantero francés se va a dar cuenta de que ha perdido varios de los mejores años de su carrera profesional posponiendo su llegada al Real Madrid, pero tiene el talento, la juventud y la ambición suficientes como para recuperar el tiempo que ha perdido en el PSG y convertirse definitivamente y por fin en el futbolista más influyente y admirado del panorama mundial. En sus pies está.

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