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Por muchas bravatas que se tire Nasser Al Khelaïfi, que no deja de ser un empleado del emir de Qatar, el PSG no puede obligar a Kylian Mbappé a ser traspasado este verano. Sacar a un jugador con contrato en vigor contra su voluntad es muy difícil, que se lo digan al Madrid con Gareth Bale, Hazard o Mariano, y si ese contrato le garantiza una cifra hipermillonaria aún más. La empresa Mbappé, porque hace tiempo que el francés dejó de ser un simple futbolista, tiene que recibir del club francés esta temporada más de 200 millones de euros y no va a renunciar a ellos de ninguna manera. La única posibilidad de que se vaya es que le paguen todo el contrato firmado.

Por otra parte, está muy claro que la ficha del jugador en otro equipo estaría lejísimos de lo que cobra en el club parisino (en el Madrid no llegaría ni a la cuarta parte), así que la única manera de acercarse a sus actuales ganancias en otro sitio pasa necesariamente por llegar libre y negociar una abultada prima de fichaje. Todo apunta a que el 1 de septiembre el delantero francés estará jugando a las órdenes de Luis Enrique y que en los siguientes meses Qatar intentará convencerle de que amplíe su contrato con ofertas inalcanzables para el resto de los clubes. Entonces veremos si piensa más en el fútbol que en el dinero, en esos cientos de millones que ahora mismo le tienen enredado en un laberinto sin salida.