Madrugada
Algunas veces me despierto de madrugada y pienso en Philippe Christanval. Tenía cadera ancha, Christanval, no sé si habrá ensanchado más. Uso su recuerdo para contextualizar y normalmente ayuda: no me parece que se tenga que descartar a Umtiti, por ejemplo, por unos años de licencias. No se ría, Samuel es hoy mejor que Philippe hace veinte años, sano. Así está el Barça. Es duro aceptar que hace veinte años de demasiadas cosas. De algunas, incluso treinta; por ejemplo, la primera Copa de Europa culé. Salid y divertíos. Treinta años.
Lleva el Barça tiempo sin divertirse, se repiten causas y consecuencias, todo es serio, aburrido. Han vuelto las urgencias, lejanas durante década y media de triunfos, que comenzaron poco después de que se fuera Christanval. A ver, que el chico no tenía la culpa, igual que no la tienen Umtiti o Braithwaite, por poner un ejemplo de jugador que nunca hubiera soñado con jugar en el Barça. Como para que se vayan. Están bien en Barcelona, sí. Fichar a algunos jugadores es dar una patada adelante, hacer una apuesta a ciegas, pensar que debajo de la piedra siempre habrá una joya. Y no: a las joyas se las ve de lejos, se descubren solas prácticamente, las ficha la portera de Núñez.
Christanval, hoy día, se dedica a la joyería. Quizá podamos reclamar su presencia para batear la arena y entresacar las pepitas. No es difícil, pero hace falta método y paciencia. Gavi, Pedri, Ansu, son joyas jóvenes que solo necesitan ser bien pulidas, que se les retire de alrededor todo lo que sobra, por mucho que haya brillado en el pasado: algunos metales envejecen mal. Otros componentes no son más que barro pegajoso. En joyería se usa cianuro para separar el oro de otros materiales. Tampoco sugiero tan drástica medida, pero quizá se pueda insinuar. Despierto de madrugada y pienso en cosas muy raras. A veces no pienso en nada. Muchas otras, desde hace años, en lo difícil que está siendo volver. También pienso mucho en Leo. Esta larga noche está enferma de memoria.